viernes, 26 de marzo de 2021

Che Guevara. Jose Carlos De Nobrega

 


CHE GUEVARA 

A Pedro Téllez, mi hermano del alma 

En este caso, el día del Juicio Final coincidió con la ejecución de este egregio personaje histórico en Bolivia. Por supuesto, no hay evidencia de que el Che rechazara apurar el cáliz del que versificara César Vallejo en relación con la caída de la Segunda República española en 1939. Mal herido y desarreglado, el tutor de la subversión internacionalista desafió al pelotón magnicida con una lacónica frase equivalente al Ecce Homo de Pilatos referido a Jesús de Nazaret. Por supuesto, resulta paradójico que se le acribillase en una escuela rural. Como toda muerte épica y mítica, el asunto tenebroso de espaldas a la legislación occidental universal en el tratamiento de prisioneros políticos, fue motivo de las más variadas y absurdas hipótesis. Por ejemplo, su abandono de la Cuba revolucionaria motivado por desencuentros ideológicos y tácticos con su camarada y amigo Fidel Castro Ruz. Tesis de la que se desprendió el también hipotético ostracismo al que lo sometió Fidel en la selva boliviana o, peor todavía, la especie de la traición consistente en deshacerse de él, apóstata de los nuevos tiempos, para beneplácito de la nomenclatura comunista cubana y el gobierno de los Estados Unidos. Se desprendería un estado de decepción profunda que llevaría a Ernesto Guevara a una campaña guerrillera suicida. El largo bloqueo económico norteamericano a la isla, de más de medio siglo, no confirma ese macabro arreglo revisitado entre comunistas y capitalistas en el juego de los poderes fácticos. Además de alienantes espejismos de la propaganda ideológica, las teorías conspirativas son bastante deprimentes pero eficaces a la hora de banalizar todos los discursos. El Che, plantado con fiera firmeza ante sus captores y verdugos multinacionales, quizás acariciaría en mente atender un leprosario del estado Zulia, Venezuela, por amor al prójimo sufriente, además de retornar al calor de su mujer e hijos luego de cada jornada. Ensoñación en la vigilia y titubeo emocional, que sólo él guardaría en su corazón rebelde y amoroso a plenitud. De lo que nunca se enteró el héroe guerrillero, además de ser convertido en fetiche de consumo masivo [verbi gracia a través de la foto de Korda], fue que en un viaje fantástico, elástico, elíptico y poético en el tiempo, sería pintado por Andrea Mategna y Holbein, artistas y profetas que ya previeron su elevación como mito contracultural. Claro está, la copa rebosaba la espuma y el bullir burbujeante de una Coca-Cola bien fría.

No hay comentarios:

Publicar un comentario