lunes, 29 de marzo de 2021

Via crucis pandemico I. Jose Carlos De Nobrega


El apagafuegos de Tellez con juguete Hasbro y de fondo una estampa de Joan Miró

 I

Jesús es condenado a muerte

Luego de ser prendido en Getsemani, Jesús es sometido a una parodia procesal en el Sanedrín presidido por el muy venal de Caifas. Consciente de esta farsa judicial de testigos falsos y frases extraídas fuera de contexto, el Rabí verdadero e insobornable a los poderes fácticos de Roma y Jerusalén quebrantada la cerviz, declara que es Rey y Dios ajeno al despropósito del mundo. Tal fue el enculillamiento y el solaz homicida de Caifas y su grey abyecta, que esta cohorte religiosa de pacotilla se rasgó las vestiduras y se echó cenizas como parte de la ilusoria puesta en escena. Recordamos que el poeta Marcos Ana fue también condenado a muerte, para luego serle conmutada por un largo y cruento presidio. Asimismo, el teniente Abelardo Cuadra, quien al igual que Dostoyevski enfrentó un pelotón de fusilamiento de a mentiras para sumirlo en el miedo y un confinamiento a perpetuidad. El poeta Ana y el memorialista Cuadra salieron de la cana para hacer de las suyas, denunciando en sus libros la villanía de Franco y Tacho Somoza. Lamentablemente, Federico García Lorca, Sandino, Roque Dalton y Monseñor Romero fueron ajusticiados sumariamente, pues la poesía y la subversión libertaria en Amor humanístico no tienen cabida en repúblicas portátiles y homicidas. El proceso que sufrió Cristo fue intervalo de impunidad predatoria que tuvo la traición en sus extremos abiertos: El beso de Judas y la negación de Pedro con tres gallitos que le recordaron el alba de su infamia movida por cobardía. Judas, pieza maestra del cambio del Pacto de Dios trino liberador con la humanidad, se colgó desconociéndose quién hizo circular las treinta piezas de plata en el círculo vicioso de la economía del mundo. Pedro reculó y fue mártir de la cristiandad, amén de que nunca se le consultó si quería ser el Primer Papa católico siglos después de su muerte. Este pescador de peces y hombres, se convirtió quizá en el primer pelele funerario de la muy fetichista nomenclatura católica que pasados veinte siglos, saludó al fascismo español con la aviesa señal de costumbre. 

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