viernes, 19 de marzo de 2021

Pentateuco sonetario del cinismo. Jose Carlos De Nobrega

 


Soneto al Silencio de Dios

Mi cuerpo y mi alma son la jaula abyecta

Que incuba ciudadanía poética inútil,

Desmentida por la infamia que eyecta

La peste de ser hombre harto fútil.


Son muy absurdos los devocionarios

Esperanzados e ilusos de preces

Con que recreo a los viles mercenarios

Que someten a los míos a estrecheces.


Dios no calla la desdicha del mundo,

Su insoportable silencio es de nuestro

Peculio egocéntrico e inmundo:


Me hallo a merced del bufón maestro

Que me obstino en ser, tremebundo

Profeta que cambimbea Dios a cabestro.


Soneto de la Cueva de Platón

A un año de viuda prisión pandémica,

No logro aún saber por qué Platón

Coarta derecho de admisión endémica

A poetas en su idealista Nación.


Se le olvidó la poesía del Banquete

Plena de Amor hipérbole y entusiasta?

Pues Platón levitó y en un periquete

Bajó estadista de tan cauta casta.


Supongamos que quedando a mano

Con filósofos, poetas y sofistas

Escribiera una Enmienda en vano


A la Constitución para arribistas:

Sólo se admite al poeta cortesano,

A los puros no, pues son solipsistas.


Soneto de Euridice secuestrando a Orfeo

Resulta, pasa, ocurre y acontece

Que el mito poético es puro embuste:

Euridice salvó a Orfeo, eso parece,

Y no al revés, así no nos guste.


Pues el Hades tiene más propósito

Que contrariar al mundo con poesía

Y guitarra de fadista expósito,

Caníbal de revulsiva alevosía.


Orfeo y su calaña no consienten

Las tropelías del avieso casero,

El padrote y el tirano que pervierten


A las Tres Gracias que con sumo esmero

Tocan el soneto que ellas no quieren

Ni oír en la realidad del desespero.


Soneto al Perro de Goya

Me haría copiar El Perro de Goya

Como quien se embucha de maná

En el desierto, para ornar tramoya

Que sostiene mi cueva en el más acá.


La gigantografía de esta pintura

Negra, desoladora y asocial

Tapizaría mi casa en su albura

Delatora de mi insulsez proverbial.


No es un pobre perro bien raquítico

Hundido en el lodazal hasta el cuello,

Vaguada sepia en tenor estíptico.


Espejo que ultrapasa sin resuello

Ni pausa mi islote paralítico 

Que no es Arcadia sino náufrago Ello.


Ejercicio Espiritual

Memorial del salmista expiatorio

Paladeo la densa tribulación de Hiel

En plañideras, el bullir gusano

Que pudre la carne de alma y Piel,

Amén de la culpa como bien malsano


Con que el prójimo y yo nos azotamos

Sin clemencia y un dejo de masoquismo.

Ea pues señora, si a eso nos vamos,

Que dulce me golpeas en narcisismo


Del rabino y sumisión del cordero.

Sacrificio inútil, disfuncional,

No se vale, pues a Dios no es llevadero.


Muero porque no muero: el animal

Te limpia, al darle palo cochinero,

Para nada. Nos chupa el mismito Mal.


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