jueves, 30 de diciembre de 2021

4 libros y 4 voces de Luis Alberto Angulo

 

4 libros y 4 voces de Luis Alberto Angulo
José Carlos De Nóbrega

Coplas de la edad ligera (Monte Ávila, Altazor, 2021) es el libro de poesía más reciente de Luis Alberto Angulo (Barinitas, 1950). Siguiendo la poética del Decir a lo largo de toda su obra, nos resulta uno de sus hitos más logrados. Presenta una tetralogía de poemarios, cada cual con voz propia. El Peón y la Sirena, Versos de la Calle en la voz de Armando Amanaú, Poemas de Piedemonte y Coplas de la Edad Ligera integran un conjunto con un lenguaje más límpido, polifónico y dialógico pues, además del lector agradecido, la pensadora María Zambrano es su interlocutora más notable y entrañable. Incluso la entrevista-prólogo concedida a Nereida Azuaje nos lo confirma y ratifica: "Lo que sustenta el decir en este sentido, es su escepticismo frente a la supuesta existencia de un lenguaje especial para la poesía".

El Peón y la Sirena es un poemario polifónico en verso libre y muy suelto. Se trata de desplegar la libertad expresiva y discursiva en diversos registros: El Ars Poética, el humor y la contemplación lúdica del alrededor histórico e interior. El poema homónimo del primer panel del libro, nos refiere que el peón encarna el buen oficio sudoroso con la Palabra, mientras que la sirena es el canto salvaje sin la intermediación de manual alguno del estilo escritural. " Entre la perfección imposible y la probable / navega sin sucumbir en las peñas erráticas / a las que una y otra vez es arrojado ". Epígrafes sacude en la impiedad implacable de la Poesía respecto al despropósito del inauténtico decir, el cual dice su pose pretenciosa: " Las inscripciones que colocan a sus versos, / parecieran en muchos casos engullir el texto, / pues en vez de aclararlo, como se proponen, / sólo brillan las buenas palabras de los otros ". La cita culterana carece de sentido cuando no se la incorpora a la vida, ello en un exhibicionismo falaz y en procurar apoyatura fallida en voces autorizadas. Sin decirlo, subyacen las sátiras de Juvenal y los poemas guillotina de Catulo que hacen tiritas a los politicastros romanos. Más adelante, en Coplas de la edad ligera, veremos el diálogo entre María Zambrano y la voz coplera en hermandad entre la Filosofía y la Poesía.

El poeta no se da de coces en su propio aguijón, cuando en el segundo panel de su biombo abierto cambia de tercio. Sabemos hace tiempo que Armando Amanaú ha hecho chirriar la dentadura de uno que otro poeta puro y retórico que, empero, lo trata de imitar inútilmente. He aquí la seducción de la voz díscola, coloquial, política y retadora de Amanaú sin proponérselo en primera instancia. El ejercicio de heteronimia, en este caso, nada tiene que ver con Pessoa ni Montejo en lo temático ni en lo estilístico. Sólo en la metodología de creación poética. Armando Amanaú tiene biografía, ha sido publicado en ocasiones muy puntuales y al fin se sale con la suya al publicar en una editorial de prestigio nacional y continental su primer poemario. No es un otro yo solapado del poeta Angulo, sino como él mismo lo aclara al inicio, una voz compañera que lo complementa en la consideración endurecida del despropósito del siglo XXI que le ha tocado vivir y combatir en militancia ñángara. 

Poemas de Piedemonte es también de cariz transparente que universaliza la condición dupla de la voz poética: Su regionalismo que oscila entre el llano de Barinas y los Andes vecinos. El Charrito de Barinas, además de crónica intrahistórica que nos legó Unamuno, podría evocar a Joselito, cantante niño de España, e incluso acompañante de los comediantes del arte, sea el director y dramaturgo Shakespeare o Moliere. "A veces la nostalgia es inevitable". Jinetes de la Aurora es también crónica agrícola y al mismo tiempo bestiario que confunde a los burros y sus amigos campesinos: " Por la tarde de regreso los burros cargados de víveres suben la montaña. / Los campesinos, se hunden eternos en el brumoso azul del piedemonte ". La poesía y la pintura , quizá de Emiro Lobo, se funden y escupen luz crepuscular y fuegos fatuos en la neblina. Visita de Piedemonte excede la crónica para constituirse poema y paisajística de la lengua, con afán del oído tanto en la casa de bahareque como en la plaza pública. Barinés es un Credo que implica terredad y sentido poético de pertenencia.

Coplas de la edad ligera es un diálogo mano a mano con la filósofa poeta María Zambrano. El vínculo entre lo culto y lo popular, abominado en nuestro medio literario standard y canónico, se hace retícula del habla y la escritura. El epígrafe de todo este tetra pack poético del decir, no es engullido por la voz de la Doña sino ata cielo y lamedero, copla culta española y copla popular venezolana: " Todo está vivo y unido". Copla es quizá la mejor ars poética del género, pues además de su vigorosa musicalidad recia, celebra al gran maestro Jorge Manrique a orillas del río Apure, masticando carne en vara y pasando el trago con aguardiente de caña. "Jorge Manrique, el poeta, / en la España medieval, / le puso vara a la meta / a quienes quieran cantar". La Pensadora y el Ángel toma la cadera dislocada de Jacob para recibir bendición del cielo, en desarrollando un coloquio insólito para el academicismo, pero no para los copleros cultos ni los populares llano adentro. Es contrapunteo amoroso movido por la Palabra rasgada en castellano enriquecido y proverbial. " El poema es cuanto queda / de este sentir sin medida, / un verso para la espera, / de ver pasando la vida". Subyace en la conversa y sus silencios, este texto lindo, lindo de María Zambrano: "En Dante, en San Juan de la Cruz, la poesía se ha salvado, sobrepasándole, de Platón. Hay una poesía platónica que es la mejor venganza, la única que le ha estado permitida al poeta, de la severa sentencia del filósofo erigido en poder".

En síntesis, la poesía de Luis Alberto Angulo está más consolidada que nunca en el corpus vital diverso de nuestra literatura, tan mal promocionada por lo mal amada. Desde sus inicios, Luis Alberto ha logrado una solazadora cohabitación entre el Ser y Saber en Poesía. Pueden disfrutarlo y verificarlo los lectores más jóvenes, comenzando con esta pieza magnífica del arte literario tan musical e inmediato al corazón receptor.

miércoles, 29 de diciembre de 2021

Patricia Highsmith: Dos novelas a por su centenario (2)

 

Patricia Highsmith: Dos novelas a propósito de su centenario (2)


José Carlos De Nóbrega

El Amigo Americano (1977) de Win Wenders me movió a leer a Patricia Highsmith. Es la adaptación de su novela El Juego de Ripley que hace una saga estupenda con El Talentoso Míster Ripley, llevada al cine por Claude Autant-Lara y Frank Darabont. En la segunda entrega novelística de ese personaje inolvidable que es Tom Ripley, se desarrolla el tema de las redes del crimen y la sociedad cómplice entre Tom y Jonathan Trevanny. El primero un criminal redomado y el segundo un ciudadano común promedio. No es igual que la dupla entre Charles Anthonny Bruno y Guy Hines, quienes intercambian asesinatos en función de sus muy odiadas piedras en el camino. Fue una broma pesada de Tom recomendar a Jonathan como sicario atípico al también criminal Reeves Minot, todo porque ambos no se caían bien en ese primer encuentro en casa de Jon. 

Si bien el discurso persiste en el realismo, hay un tratamiento expresionista y post-romántico del paisaje interiorizado. Prevalece la oscuridad, lo lóbrego y el recoveco psicológico. Se establece un puente aterrador como el de Munch en El Grito. Jonathan, el ciudadano ejemplar, pobre, modesto y desprovisto de avaricia, es conducido a la centrípeta abyecta del asesinato por el dinero y la agudización de su leucemia. 

El psicologismo y la duda moral son factores esenciales del discurso policial hiperrealista de Patricia Highsmith. Excede como acostumbra la resolución de los casos de homicidio a granel que involucran a Tom y a Jon. Los monólogos interiores y los diálogos endurecidos, están preñados u oscilan entre el existencialismo y el nihilismo sin que la autora lo oculte o lo solape de manera exhibicionista. Es el espíritu del siglo XX marcado por la segunda y larga posguerra. 

El asesinato, además de ser una de las Bellas Artes según De Quincey, se asimila a la Tentación de Cristo que equivale a una poética de la seducción. El vínculo solidario, equívoco y de hermandad entre Tom y Jonathan, se estrecha en el asesinato del mafioso italiano en el tren de Hamburgo a Estrasburgo. Jonathan, más allá del miedo, el bien y el mal, acude al pedido de Tom para defender su casa asediada por otro par de matones italianos. Luego, Simone, la mujer de Jon, pese al odio que le profesa a Tom, se deja seducir por este talento violento que se despacha a otros dos gamberros en una coreografía macabra en casa de los Trevanny.

El dinero que Jon obtiene de Reeves Minot, circula de forma tan pervertida como lo describen El Capital de Marx o la novela penitenciaria de Dostoyevski, Recuerdos de la Casa de los Muertos. Es enzima o catalizador que dispara el instinto depredador de un buen ciudadano anónimo. No se trata de una cita al Súper Hombre nietzscheano, sino de una contrapropuesta de antihéroes y out siders bajo la sombra envilecedora de la sociedad occidental. Jonathan recibe la bala dirigida a Tom en un sacrificio ritual en la cruz, que también involucró a Simone y su hijo Georges. 

Al final, el escupitajo de odio de Simone que falló la humanidad de Tom, sumado a su afán no delator, mezclaba el miedo y un afecto cómplice entre ambos, sazonados de una extraña pulsión erótica sin par en la literatura policial. "Pensó que Simone se sentía un poquito avergonzada de sí misma. En eso era igual que gran parte del resto del mundo. Tom presintió que, de hecho, la conciencia de Simone estaría más tranquila que la de su esposo, de seguir él con vida". No sorprende, pues, que la adaptación de Wenders resultara un film en homenaje dialéctico al cine negro y la novela policial de los cuales proviene hijo rozagante provisto de muy buena leche no obstante lo turbio del agua amniótica.

domingo, 26 de diciembre de 2021

Soneto a la URSS

 Soneto a la Unión Soviética

José Carlos De Nóbrega

Tenía 27 años cuando le llegó el día del Apocalipsis

A la Unión Soviética en esa Navidad compulsiva del noventa y uno.

Un año después el poeta Montejo despedía el siglo XX

Caminando las calles Marx, Freud, Stalin y Mao de su goda ciudadela romántica.


Olvidamos que el Ejército Rojo llegó primero a Berlín,

Por lo que Hitler se mató y se volatilizó enculillado.

Sí, es verdad, asesinaron a Trotsky y hubo purgas terribles en el PC.

Obviamos que en USA se echaron al pico a dos Kennedy, a Martin Luther King y Malcolm X en menos tiempo.


Salieron derrotadas las tropas soviéticas de Afganistán

Para que veinte años después Rambo y los marines lo hicieran peor aún.

No camino ninguna calle para desembocar en callejón sin salida.


Desde un mirador de Lisboa para uso libre de suicidas,

Contemplo otro episodio más en la historia infame

De las Revoluciones traicionadas mucho antes en la América de Bolívar, Zamora, Villa y Zapata.



Soy ñangara

 

Soy ñángara todavía
A 30 años de la disolución de la Unión Soviética
José Carlos De Nóbrega

A Pedro, Ania y sus tres hijos, mi familia bermelha

Me decidí a escribir una crónica antes que un sesudo ensayo histórico que falle adversar la banalidad efeméride. Un soneto reciente me movió a ello. Ser ñángara es terquedad en asumirse enfermo y para médico en tiempos de Cristo. Los que se dicen sanos, impolutos y voces autorizadas farisaicas no tienen cupo en el Hospital General y la Colonia Psiquiátrica que fundó Jesús en Judea. Obvio, pues son sepulcros blanqueados en la despiadada metáfora viva del poeta nazareno.

La Poesía y la Historia no dejan monigotes ni zombis sin cabeza. Si cayó la Unión Soviética, no fue para que el gran relato de la revolución muriera a expensas del fin de la Historia, sino para que reinsurgiera intentando que la Humanidad más sufriente lo aprendiera y lo asimilara con entusiasmo y demoníaca lucidez. Se abomina de la revolución proletaria a costillas de un modelo de economía de mercado que sólo funciona en la especulación teorética. Von Hayek y Friedman descreen hasta de la democracia representativa burguesa, pues la cosa funcionó ejemplarmente en el totalitarismo de Pinochet. 

George Orwell abjuró del fascismo en 1984 y del estalinismo en Rebelión en la Granja, ambas novelas de política ficción inobjetables. El escritor inglés lo supo bien porque participó en las Brigadas Internacionales en defensa de la Segunda República Española, revolución traicionada desde adentro por Stalin y atacada por los fachas en el bombardeo a Guernica. El Ejército Rojo llegó y liberó a Berlín, incluso masacrando civiles y violando mujeres alemanas en el desmadre de la guerra. Curzio Malaparte en La Piel refiere los abusos que los soldados y oficiales norteamericanos cometieron en Italia, al igual que en un territorio sin ley como las bases gringas hoy en Colombia, donde sus colegas israelíes toman vacaciones macabras.

Se condenan las purgas estalinistas en el PC y el magnicidio a Trotsky. Sólo que en mucho menos tiempo se asesinaron en Estados Unidos a los dos hermanos Kennedy, a Martín Luther King y a Malcolm X. El FBI de Hoover era más poderoso e impune que la tan temida KGB y la Policía Política de la RDA. Gorbachov con el rabo entre las piernas retiró al desmadrado y derrotado Ejército soviético de Afganistán. Veinte años después Rambo y los marines lo hicieron peor, pues creció la producción de opio afgano y cayendo y corriendo le dejaron muchas armas a los Talibanes tan hoscos. 

La crisis de los misiles, luego del desbarrancadero de Bahía de Cochinos, fue satirizada en una gran novela de Graham Greene, Nuestro Hombre en La Habana. La guerra fría, como dice reiteradamente el capitán Segura, no es para nada bonita por muy peripatética que sea. Fidel Castro Ruz sufre mil atentados fallidos y Cuba resiste un bloqueo económico de más de medio siglo sin que caiga el socialismo. El affaire Heberto Padilla fue un error político, pero lo de Armando Valladares un bluff made in Miami. Luis Posada Carriles hace explotar el avión con deportistas cubanos y mata tigres torturando en Venezuela y Centroamérica, siendo el obscuro santón de la diáspora cubana. Quién es terrorista y quién no. 




El muro de Berlín cae en el otoño de 1989, mientras que en Caracas los desposeídos sacuden a los Chicago's Boys saqueando comercios y antros de especulación y acaparamiento de alimentos. Avergonzado Carlos Andrés Pérez por la anarquía que cogió fuera de base a la derecha y a la izquierda, se enmudece con los disturbios raciales de Los Ángeles por el caso de represión policial racista a Rodney King. Mientras en el siglo XXI aún asesinan los policías blancos a la ciudadanía afroamericana en toda la Unión norteamericana, Trump alienta una toma fallida del Capitolio y fracasa un golpe de estado. Entretanto las sanciones estragan el gobierno paralelo del Guiado en escándalos de corrupción, empero apuntalan el constitucional de un Maduro que en 2015 estaba contra las cuerdas.

No me simpatizó nunca el papa polaco y verraco Juan Pablo II en su pastoral conservadora e invasiva en Polonia y el resto del Báltico. Desoyó a Monseñor Romero, ignorando a profesores universitarios jesuitas ametrallados y monjas violadas y asesinadas en El Salvador. Regañó al poeta Ernesto Cardenal en Managua como si se tratara de un episodio truculento de Dinastía y, peor aún, no investigó ni corrigió la corruptela del Banco Vaticano así como tampoco los casos de pederastia de curas y arzobispos en todo el mundo, en especial en el Arzobispado de Boston. Me quedo con Juan XXIII y Paulo VI que Concilio a Concilio facilitaron reformas históricas en el catolicismo y nos permitieron conocer la Teología de la Liberación no sólo del puño y la letra de Gustavo Gutiérrez, Leonardo Boff y Paulo Freire, sino hallarla en el Evangelio de Amor y Libertad de Jesucristo.

En esta Pandemia en el marco de la revisita de la Guerra Fría en Café o Carajillo entre tres, me ratifico ñángara y anarco teísta en Dios Trino Liberador para nada anticomunista con la uña en el rabo. 


Mi mamá Augusta no era comunista. Una vez me dijo que no había criado hijos comunistas ni comodistas. Recuerdo que estando sus tres críos muy chicos, compartimos el film de antinazismo edulcorante La Novicia Rebelde, la épica musical de los Von Clap. Me gustaría que viera conmigo tres más: Good Bye Lenin, el canto a la madre muy hermoso en donde el hijo simula el triunfo del comunismo soviético pese a la caída real del muro de Berlín, para que mamá comunista muriera en paz proletaria pro-soviética; la épica amorosa antisoviética del Doctor Zhivago de David Lean; y Capitanes de Abril de María de Medeiros donde una niña se enamora del Capitán Maya en la Revolución de los Claveles que terminó con la dictadura facha de Salazar. Así se regocijaría con la oveja ñángara que soy y que se mueve entre las dulces y amargas espinas de la contradicción en la Corona de Cristo crucificado. Quizás ella me amaría más como su poema acogido en su regazo.

Patricia Highsmith

Patricia Highsmith

José Carlos De Nóbrega


Apenas reparé que cumpliste un siglo,
Desempolvé cinco de tus novelas
Para volver a dialogar mucho contigo
Sobre nuestro corazón homicida y sociópata.

Recuerdas que nos presentó Win Wenders
Y su Amigo Americano Tom Ripley?
El cine negro gringo fue invento notable
Del Expresionismo alemán en parto sombrío.

No eres tan guapa como Susan Sontag ni Clarice Lispector
En sus tiempos más mozos y de esplendor,
Empero integras con ellas mi estatuaria de Tres Gracias:

Exploradoras implacables de la polifonía
Abyecta, seductora y erótica del mundo
Que aún persiste murado amado y envilecido.



Patricia Highsmith: Dos novelas a por su centenario (1)

 Patricia Highsmith: Dos novelas a propósito de su centenario (1)

José Carlos De Nóbrega


Patricia Highsmith acaba de cumplir un siglo con una vitalidad bullente en el alma lectora. Nos referiremos a dos de sus novelas fundamentales: Extraños en un tren (1950) y El Juego de Ripley (1974). Su discurso narrativo policial sigue maravillando e inquietando a sus lectores en lo que va del siglo XXI: El tratamiento psicologista de los personajes, la red envilecedora de actos de habla y físicos que marca la trama centrada en situaciones extremas, el realismo que empalma un enfoque paisajístico interiorizado y oscurantista, amén del silencio insoportable de Dios en un mundo abyecto individual y societario. Hoy persiste la Guerra Fría de enemigos repotenciados en espacios virtuales y reales donde se ejercita el Poder fáctico que pretende esterilizar a las mayorías. 

Extraños en un tren es una novela contundente, bien construida y nada fácil de digerir, pues expone nuestro malestar civilizatorio sin efectismo pero encarnando una metáfora viva, paradójica y crítica de las relaciones disfuncionales de poder. Tiene un aire afín a la cinematografía del género negro o film noir. Como se sabe y lo maneja con sabiduría la autora, esta obra abreva no sólo en el hard boiled de Dashiell Hammett, James Cain y Mike Spilkane, sino en la atmósfera del expresionismo alemán que nutriría el cine negro norteamericano. Cineastas de autor como Alfred Hitchkock, Win Wenders, Frank Darabont y Claude Autant-Lara realizaron adaptaciones memorables de muchas de sus novelas.

Guy Hines y su Mefistófeles Charles Bruno, no sólo intercambian asesinatos sino roles y sentimientos encontrados. Se repelen y atraen en esta peculiar situación catastrófica que los involucra. El muy resentido Guy respecto a su esposa Miriam, se deja seducir por la personalidad edípica y psicótica de su antípoda Bruno, ello en la intermitencia y disyunción de su sociedad cómplice de almas atribuladas. Se nos antoja un poema hiperrealista en prosa, de donde el tren da la cadencia y la melodía de Muerte construyéndose de manera insólita.

La paisajística interiorizada no es para nada romántica sino surreal sin ruido ni ensoñación en el estilo realista personal de Highsmith. Priva el blanco, el negro y los grises que engullen la luminosidad de los colores cálidos, ello a la sazón de las películas clásicas del género policial. No importa tanto la resolución de este caso de homicidio doble, sino esa retícula de acciones exteriores e internas que atrapa a los protagonistas víctimas de su afán depredador y autodestructivo. La atmósfera opresiva y de decadencia y dejadez psicológica persiste en la marcha mecánica, nebulosa y obstinada de este tren hacia la Nada. 

Si bien el habla no es obscena como en el hard boiled, los diálogos son agresivos en el contexto de la clase media norteamericana de posguerra y del existencialismo que hurga la sumisión de los personajes ensimismados en la angustia, el odio y la soberbia. El silencio húmedo y sofocante de Dios se acentúa en la carnavalización
en ese extraño parque de atracciones que le da telón musical a la muerte de Miriam. Texas es Circo y Pena de Muerte que es espectáculo también. La perspectiva del narrador omnisciente es invasiva dentro de su aparente objetividad, al igual que la mirada indiferente de Dios respecto al desmadre en la Tierra, donde se comunican en compartimientos resecos el Paraíso, el Purgatorio y el Infierno.

No sé por qué cuando releo Continuidad de los Parques de Julio Cortázar, el hombre a punto de ser asesinado en su sillón verde, lee esta novela de Patricia Highsmith en el momento que el papá de Bruno, Samuel, es abatido en su cama por Guy Hines. Se nos revela el milagro que pone a conversar a Cortázar con Highsmith en una complicidad lúdica sin par. 





miércoles, 15 de diciembre de 2021

Dos sonetos recientes

 

Jose Carlos De Nobrega:

Retahíla del Desencanto

Primavera que no llega en el grado cero de la escritura,
Ciudad de pobres corazones en cuarentena umbría de la Cueva,
Alegre desahucio andando pasillos de la Casa Sola,
Silencio húmedo y enmohecido de Dios en retórica inútil.

Sol negro y Cristo yacente de Holbein al mediodía en que legión de almas se desarma,
Genio viudo que se envanece en crepusculario de cianuro,
Bala en boca, um filete de sangue nas gengivas,
Cavalos mortos em soneto fechado para sempre.

Desgano a la intemperie bajo el imperio sofocante de luna crápula,
Ensoñaciones sólo concebibles en el insomnio pertinaz de Ramos Sucre,
Envilecimiento convocado por el corazón de las tinieblas a contracorriente del Orinoco y el Amazonas.

Oda y Elegía en el coito bochornoso de un solo de piano psicótico de Theolonius Monk,
Serpiente mordiéndose la cola sin apertura ni cierre de ciclos,
Sino pretexto sufriente que roe sus entrañas en el alambre de tender la ropa mal lavada.

Clarice Lispector

Tenemos una gran cofradía que ama a Clarice en Legión de Almas disonantes y agradecidas.
Fumo sus libros, devoro su cucaracha de hojaldre agridulce
Y también me quemo con ella en su cama de princesa saudosa.
En despertando desfigurados en pira pasionaria, salvamos sus manuscritos sagrados.

Lêdo Ivo la hizo ciudadana honoraria de Maceió 
Para beneplácito de Elpenor, las putas olorosas a mar revuelta y los locos en griterío desdentado.
Charlie Mingus se pierde en el laberinto de un vídeo poema que la enamora al son del contrabajo.
Mi Sol Linares la dice psicografía poética y Stand Up Comedy jamás concebido por Elisio Jiménez Sierra ni Lenny Bruce.

Mi hermana Marhisela le cocina manjares de Golfo Plácido
Mientras le lee poesía de hembra brava y resucitada a diario.
Frida la dibuja sin cansarse en garabatos multicolores que entintan las arenas de un reloj muy simpático.

Clarice Lispector es el alma lánguida y seductora de esta fiesta.
Ella nos diseña arquitectónica del corazón recobrado
Que nos reconcilia universo en los recovecos con que Piranesi, De Chirico y El Bosco buscan poseerla y hacerse sus súbditos.

Soneto a Karelly Lizarraga

 Hoy miércoles en mitad de diciembre,

Segundo año de esta Pandemia terca,

Ha transcurrido un día lento muy lento,

No sé si por dominico acostado o por padecer Hastío.


Sin embargo, me vuelvo a chatear con Karelly

Como si ella anduviera Bogotá con José Gregorio, 

Su Santo odontólogo y yo en esta Cueva

De Platón asilado en Valencia de Pocaterra.


Me la imagino de lindo rostro cansado,

Cuerpo robusto pintado por un Rubens algo viejo

Pero muy orondo con su simpática modelo.


Sí escuché su voz no hace mucho,

Más pausada empero musical al igual

Que los poemas de Darío en desfile triunfal.


2

Supongamos que la Doctora Karelly Lizarraga

Viva con su hija Alieska, su Luna encrespada 

Como Mar picada. Karelly me pidió que no la olvidara

Quizá por efectos de la cuarentena


A la manera de un Síndrome de Estocolmo.

Claro que no: ni la dejé en la cuneta

Ni tampoco en el Ático tenebroso.

La memoria amorosa la tenía Poema dormido.


Extraño cuando conversábamos de Machado,

Los gigantes del Siglo de Oro, Javier Solís,

Tito Rodríguez o los desplantes de la Lupe.


Que valgan este par de sonetos portátiles

En anticipo de encuentros por venir,

Carcajadas y Lágrimas a propósito de nuestros vivos y muertos. Amén!




domingo, 5 de diciembre de 2021

Abigail Lozano cumple doscientos años (2)

 Jose Carlos De Nobrega:

Abigail Lozano cumple doscientos años (2)


El retrato que de Bolívar hace Lozano es de 1843, perteneciendo pues a los inicios de su obra divulgada en el diario "El Venezolano" de Antonio Leocadio Guzmán Blanco, con quien se distanciaría más tarde: el hijo adoptivo conservador no se avenía con el liberalismo combativo del tutor que lo trajo a Caracas de Puerto Cabello. En cambio, la Oda "A Barquisimeto”, bien recibida por Juan Vicente González, acérrimo enemigo del viejo Guzmán, está fechada en 1854 cuando el poeta cuenta con 33 años. La virgen María, madre sufriente de Cristo, encabeza un cortejo fúnebre de vestales, Amazonas y matronas que diluyen el llanto en la sangre de los patriotas abatidos por la guerra. Persiste la imaginación, la audacia e improvisación discursiva por encima de la composición reposada y la reflexión histórica consolidada: " Tiranos, guay! temblad!! / Sobre las altas cumbres / Del Ande gigantéo, / El estandarte véo / Que alzó la libertad". La musicalidad fallida, no obstante la voz coloquial y el osado uso de la puntuación, conduce a una visión trunca y naif del hecho histórico bélico. A tal respecto, el conservador y prudente González comenta "Pero no es la guerra, ni sus horrores, ni su entusiasmo sacro lo que parecía llamado a cantar: pluma más propia para describir las emociones delicadas del alma, la turbación de los sentidos y la fiebre del corazón". A lo que agrega Semprum que Lozano padecía la peste romántica que pretendía imponer sus ensoñaciones e imaginario febriles en el mundo exterior. Cuando se trataba de una interpretación romántica del entorno hecha historiografía y poética, tal como lo asumieron González y Pérez Bonalde.


Abigail Lozano no conoció la traducción de "El Cuervo" de Poe  que Pérez Bonalde publicaría en 1877, once años después de su muerte en Nueva York. Sin embargo, pudo haber accedido al escritor de Boston en lengua original o extranjera. En las Elegías o Flores del sepulcro, Lozano nos pinta a la Parca como si se tratara del poema Annabel Lee o la Ligeia del cuento homónimo. Sólo que son notas necrológicas dispuestas en versos precarios y dolientes. Tenemos los poemas dedicados a la esposa del poeta Maitín y a sí mismo en el cuerpo yacente de su hijo Eudoro de seis años, víctima del cólera. La elegía a propósito de Luisa Sosa, consorte de Maitín, intercala una estrofa oscura, extraña y necrofílica: "La clara linfa que en su seno copia / De astro sereno el resplandor tranquilo, / En su fondo tal vez guarda ella propia / Disforme y espantoso cocodrilo". En la oposición vida en sufrimiento terreno / vida eterna de ultratumba en el cielo, pareciera subyacer un estímulo metafórico y simbolista de tenor sexual disfuncional que el poeta no logra redondear. De repente esta expectativa sea traicionada por incluir a la bestia y forzar al punto una pésima rima. Poe, por el contrario, se relacionó con la Muerte en tanto vivencia, imaginación creadora, cadencia y color en el poema, previa teorización o ars poética terrorista expuesta en su ensayo sobre la composición de " El Cuervo".


"El Gran Pesar", en cambio, traduce la desolación y el desconsuelo del padre que los terceros pueden acompañar en la contristación, pero no en la intensidad corrosiva de la vivencia única y personal. Eudoro es ángel caído y a la vez soldado abatido por la Pandemia del cólera en el silencio imperturbable de Dios: " La tierra es un inmenso cementerio, / Los cielos una losa funeraria, / Cuando el alma doliente y solitaria / Busca en vano los seres que adoró ". Paisajística en arquitectónica lúgubre que oscila entre la tierra apestada y el cielo arrebatador. El padre se pasea por los pasillos de la Casa Usher como zombie que hace del afecto un fetiche nostálgico y no una resurrección posible en la memoria. No se puede vivir con él su éxtasis depresivo desde una lectura en el solaz o la abulia de un domingo cualquiera.


El poeta y organizador de su propia suma poética, poco antes de morir, vincula el Amor unidimensionalmente con las lágrimas en sufrimiento indecible. Para muestra un par de textos, "Suspiros del Arpa" y "Amor y Desdicha", seleccionados también en " Poetas Carabobeños I" (1979) de Separata, publicación del Departamento de Literatura de la Dirección de la Universidad de Carabobo, a cargo de los poetas Reynaldo Pérez Só y Carlos Ochoa, Teresa Berbín y Oswaldo Ortega. La tendencia tanática de Abigail Lozano, su fetichismo fúnebre al héroe y al ciudadano anónimo cercano, no pasa desapercibida ni en el XIX ni en el XX, en tanto sensiblería de la recepción popular y aguda curiosidad sociológica del estudioso y el antólogo en distancia crítica.



Abigail Lozano cumple doscientos años (1)



Ilustración de Vanileiby Rivas González


Jose Carlos De Nobrega:

Abigail Lozano cumple doscientos años (1)


El poeta Abigail Lozano arriba a su bicentenario este segundo año de la Pandemia. Revisando su Fortuna Crítica básica, fundamentalmente a voces como Mariano Picón Salas, Mario Briceño Iragorry, Luis Beltrán Guerrero y Jesús Semprum, se puede decir que Lozano, además de ser de los primeros románticos venezolanos, está considerado como poeta decimonónico, viejo o envejecido. Ello en virtud de su imaginería efectista, su pulso sensiblero extremo y tosquedad técnica y discursiva de la que el poeta fue consciente y justificó en no pocas ocasiones.


Nacido en Valencia en 1821, criado en Puerto Cabello y fallecido en Nueva York en 1866, Abigail Lozano fue un hombre del siglo XIX con sus virtudes y debilidades. Su obra poética así lo delata sin protocolo ni imposturas. Poco antes de morir, publicó "Colección de Poesías originales" en París en 1864 con presentación y prólogo de J.M. Torres Caicedo, una suma lírica que evidencia su conciencia escritural, si se quiere, algo ortodoxa. El volumen de algo más de quinientas páginas se organizó en función de sus obsesiones temáticas: Amor y Lágrimas, Cantos de la Patria, Flores del sepulcro, Armonías de la Religión y la Naturaleza, Mosaico, Napoleón, Poesías diversas e incluso la polémica en materia literaria con Contestación a uno que se llama por ahí El Ingenuo, prosa de autodefensa que alcanza las cincuenta páginas. Tal criterio de estructuración temática obsesiva nos resulta franca, estrambótica y muy ilustrativa del discurso y ars poética del más popular de los poetas románticos del siglo XIX en Venezuela.


Nos interesa revisitar a Lozano sin el apasionamiento ni la desconsideración del que lo lee dos siglos después. Especialmente en su Valencia natal, victimizada a un nivel patrimonial: Como ejemplo puntual tenemos el cierre criminal de la Maestría de Literatura Venezolana de la Universidad de Carabobo. De allí que no ha importado al Poder Fáctico regional la publicación de la obra completa de Pocaterra, Ramón Díaz Sánchez e Ida Gramcko, ni tampoco "repatriar" la obra plástica de Arturo Michelena. Los bicentenarios de la Independencia son motivos de propaganda ideológica, más que el propiciar un debate sobre nuestra noción histórica y proyecto de país posible. Y, claro está, nuestros románticos no pueden excluirse como apestados en cuarentena prolongada.


Los críticos como Picón Salas, Briceño Iragorry, Semprum y Beltrán Guerrero, no obstante las variaciones propias de un diagnóstico diferencial en torno al corpus poético de Abigail Lozano, coinciden en que este hombre encarnó y sintetizó la esencia mestiza y dispersa del venezolano del siglo XIX en la consolidación accidentada de la república. Este ciudadano naciente y balbuciente se movió entre el egotismo épico independentista y el resentimiento social, no en balde sus virtudes al calor de una cultura popular igualitaria y auto afirmativa. Creemos que subyace el tema de la revolución traicionada y el de la sobrevivencia del pueblo en tal contexto. Hay una línea de continuidad elíptica y quebradiza que afecta lo histórico y lo estético. La desilusión del Miranda en La Carraca por Michelena, escarnecida por la neo épica como propaganda política, antecede el pesimismo de Alberto Soria en el modernismo de Díaz Rodríguez, y se complementa con el optimismo de Paulo Guarimba del criollista Urbaneja Alchepohl. Como se sabe, el modernismo, el criollismo e incluso el surrealismo son derivados de la pulsión romántica. Empero que algunos modernistas y positivistas venezolanos fueron parte y arte del funcionarismo  gomecista.


Los románticos valencianos como Abigail Lozano y José Antonio Maitín antecedieron la obra poética fundacional de Juan Antonio Pérez Bonalde focalizada en "Vuelta a la Patria" y, si se quiere, en su traducción magnífica de "El Cuervo" de Edgar Allan Poe en lo que toca a la sensibilidad escritural y lectora en la Venezuela del XIX. En el caso de Abigail Lozano, su obra poética comprende los géneros de la oda épica y la elegía. En el caso de la Oda tenemos "El retrato de Bolívar", " Bolívar" y "A Barquisimeto" como muestras muy representativas. Se trata de la fluencia de la Guerra, la de la Independencia y la Federal, que repercutiría también en la concepción necrofílica de la Muerte a la que no renuncia nuestro romántico. En ambos textos bolivarianos, tenemos al Héroe y fetiche funerario cimentando el egotismo patriótico desde la infancia: "Él es!!!... con voz de asombro mis labios pronunciaron: / Él es!!!... en los contornos el eco remedó; / Trémulas mis rodillas en tierra se postraron: / Él es !!! convulso el labio de nuevo repitió". No descarta sino que resalta un sentido de la culpabilidad que se le induce al País: El llanto de la madre al contar su biografía de Bolívar al niño y luego el reclamo del joven poeta hombre a la impasibilidad de su pueblo cuando lo de la Cosiata y La Casa de la Estrella. Lozano fue un conservador como el Páez que se inventó el culto a Bolívar para apuntalar su proyecto político separatista de la Gran Colombia.


En otro poema, "Ricaurte", empapado de la prosa romántica de Juan Vicente González sin igualar su calidad lírica insoslayable, tenemos la magnificación necrofílica del egregio hasta la leyenda histórica. La musicalidad apoyada en una rima confortable y muy poco lograda, no ayuda mucho a su propósito patriótico: " No importa que la tierra / Donde corrió tu sangre generosa, / Olvide ingrata un día / Tus abrazados huesos insepultos: / No importa... que los Andes, / Túmulo son de nuestros Hombres Grandes". Claro que el poeta desconocía que el sacrificio de Ricaurte en San Mateo fue leyenda recreada por Bolívar como artilugio propagandístico para levantar la muy decaída moral del ejército en ese momento crítico, como lo confiesa en el "Diario de Bucaramanga" de Perú de Lacroix.


miércoles, 1 de diciembre de 2021

Del culto funerario a Bolivar y el mito de la Gran Colombia. Jose Carlos De Nobrega






Del culto funerario a Bolívar y el mito de la Gran Colombia

José Carlos De Nóbrega


El caudillo José Antonio Páez fue quien patentó y diseñó el Culto a Bolívar como legitimación de su propio poder y su proyecto político conservador. El 17 de diciembre de 1842, con las pompas fúnebres del caso, trajo los restos del Libertador a su Caracas natal. No obstante, Páez tuvo que sortear la oposición de sus mismos partidarios y del Congreso controlado por él. Desde 1833, hizo la propuesta a un poder legislativo temeroso pues se evidenciaría el despropósito de la Cosiata y el parricidio al Padre de la Patria en el Congreso de Valencia de 1830 en La Casa de la Estrella, lo cual supuso la proscripción de Bolívar y la muerte de la Gran Colombia.


En el tomo 2 de "Historia política de Venezuela", Manuel Vicente Magallanes (1979) lo evidencia sin atenuantes: "Al gobierno no le quedaba otro camino que conceder la amnistía y afrontar la traída de los restos de Bolívar" (p. 143, tomo segundo). No en balde transcurrieron nueve largos años, para que Páez lograra sus objetivos por partida doble, lavar sus culpas respecto a Bolívar y valerse de su estatura histórica como fetiche funerario e ideológico del proyecto politico conservador y caudillista. La jugada ajedrecista se resaltó con la crónica magistral de Fermín Toro respecto al evento: En 1843 circuló la primera edición de "Honores fúnebres a Bolívar", documento literario y político del Canon venezolano publicado de forma facsimilar en 1984 por Cementos Caribe C.A..


El Culto a Bolívar, pues, se prolongó a lo largo de nuestra historia republicana escindida de la Gran Colombia, en tanto puntal de procesos políticos caudillistas ulteriores: Guzmán Blanco el Ilustre Americano, Juan Vicente Gómez el Benemérito, Rómulo Betancourt el Padre de la Democracia de Punto Fijo y Hugo Chávez y el bolivarianismo revisitado en revolución socialista del siglo XXI. Más que Culto es un Gran Relato de múltiples usos ideológicos y pragmáticos, fundamentado en una interpretación sesgada y entenebrecida de referentes como Simón Rodríguez, Rufino Blanco Fombona, Augusto Mijares, José Luis Salcedo Bastardo y Vinicio Romero. 


Asimismo, estableció una tipología historiográfica de la cual se alimentaría y cimentaría la clase política gobernante tan variopinta. Tenemos entonces los apólogos como José Martí, Blanco Fombona, Mijares, Vicente Lecuna, nuestro Samuel Robinson, Salcedo Bastardo y Romero; y luego los anti-bolivarianos críticos al estilo de Luis Castro Leiva, Elías Pino Iturrieta y Germán Carrera Damas. El Culto a Bolívar por parte de apólogos y díscolos del bolivarianismo, responde a la realidad de la institucionalidad política dominante en la Venezuela republicana de las denominadas Cuarta y Quinta Repúblicas. Se trata de la sociedad de cómplices que de la esfera política toca al resto de la sociedad venezolana, desde los estratos más populares hasta los más culteranos.


En un discurso pronunciado el 24 de junio de 1983 en el Palacio de las Academias en Caracas, con motivo del Bicentenario del Natalicio de Simón Bolívar, el polígrafo José Manuel Briceño Guerrero denuncia el Culto a Bolívar en tan mezquino contexto histórico-social: "El culto a Bolívar es una fachada; el poder político se asumió como reparto y rapiña, erigido sobre el desvencijado aparato institucional de la colonia española, apuntalado por instituciones emprestadas a la Europa segunda" (Briceño Guerrero, 2010, en "Zona Torrida", p. 40).

Briceño, a contracorriente del boato funcionarista, lo desmonta describiendo al Libertador bajo la óptica clásica de Tucídides en el discurso de Pericles: la condición de hombre excepcional, su legado vivo y sembrado en todo el mundo, ser objeto de culto oficial y su presencia innominada en la ciudadanía " más cercana a su corazón que a sus actos" (Briceño Guerrero, 2010, p. 40).


Claro está, con una honestidad personal e intelectual despiadada, Briceño rasga el velo de las Academias y del país político y nacional, describiendo a Bolívar y su proyecto integracionista latinoamericano en el contexto de la crisis estructural de pueblo de Venezuela a finales del siglo XX (y extensible al XXI): "Yo sé que Simón Bolívar no es el Padre de la Patria. Yo sé también que Venezuela no es una patria" (Briceño Guerrero, 2010, p. 39). Esto no es una contradicción de la que el pensador de Palmarito incurre en frágil consideración de la Historia de Venezuela y América Latina. El sueño bolivariano, como punto de partida y no como calco ahistórico, no trajo consigo una nación sino una entelequia geográfica y administrativa a merced de los partidos en tanto facciones, grupos de intereses y sociedades cómplices. Más adelante, Briceño lo especifica en lamento profético e histórico: "El culto oficial a Bolívar, característico y definitorio del estado republicano, no guarda continuidad con la presencia innominada de Bolívar en nosotros más cerca de su corazón que de sus actos. El poder político venezolano, después del corto lapso de estupor que siguió al parricidio, recuperó el cadáver de Bolívar y lo hizo objeto de un culto supersticioso que encubre el terror de su resurrección y garantiza su muerte, separándolo de la tierra donde podría germinar" (Briceño, 2010, p. 40). Equivalió también a escindir a Bolivar de su proyecto político más ambicioso, La Gran Colombia. La opción anti-bolivariana apostó por la Doctrina Monroe y no por la tesis americanista del argentino Drago.


José Antonio Páez lo tuvo claro al asociarse con el Santanderismo: Dividir, vencer y establecer su propio feudo. Así no le resultara simpático el complotado socio neogranadino. Si bien se puede cuestionar a Páez desde la Ética, hay que reconocerle sus dotes de estadista calculador, empoderado consigo mismo y cínico. Sabía muy bien el caudillo llanero que la utopía integracionista bolivariana tenía pocas perspectivas de éxito, dadas las coordenadas poco propicias de partidos que no cesarían de imponer sus intereses por encima de la libertad y la gloria de sus pueblos. 


Lo que sí tuvo solución de continuidad fue desnaturalizar la figura egregia de Bolívar y la alternativa continental, civilizatoria y libertaria implícita en la Gran Colombia. Germán Carrera Damas, en el Prólogo a "La Gran Colombia: Una ilusión ilustrada" de Luis Castro Leiva (1985), hace una lectura equívoca o inconfesable del Mito de la Gran Colombia. Subyace una alineación con los Estados Unidos bajo la figura del tutelaje, aduciendo entre líneas que el proyecto bolivariano peca de hipertrofiado y reñido con la realidad del momento entre la globalización capitalista y el Internacionalismo Comunista. "Por eso, Colombia fue una república de un solo ciudadano, y por llamarse Simón Bolívar ese ciudadano, la búsqueda constante de Colombia, tan agudamente percibida por Luis Castro Leiva como el drama de la razón política ilustrada de nuestro continente, es, al menos para los venezolanos, uno más de los caminos de retorno a un Bolívar del cual, sin embargo, no hemos salido" (Castro Leiva, 1985, p. 14). El siglo XXI demostraría que el tremendismo crítico de Pino Iturrieta, Carrera Damas y Castro Leiva sería la cabeza de turco con que la democracia representativa del XX se opondría a la democracia protagónica, socialista y comunal que a partir de la gestión de Hugo Chávez ocuparía los espacios del ejercicio político y la detentación del Poder en Venezuela.

Al centralismo del proyecto de la Gran Colombia, coyuntural en el siglo XIX según los cálculos de Bolívar, hoy defendido por los socialistas bolivarianos, se le responde con el Federalismo tomado de los Estados Unidos. En ese sentido de la confrontación política y académica que nos embarga en los actuales momentos signados por la decadencia del modelo rentista en Venezuela, además de la falta de sinceridad ética e intelectual de ese constructo abstracto que es la economía de mercado según Von Hayek y Friedman, Castro Leiva apuesta por el federalismo y no por la utopía bolivariana: "La unión panamericana sólo resulta concebible, y 'proféticamente ' practicable, a través de la complejidad del esquema federal (...) Se puede concebir la confederación de una Unión sin que se acepte el historicismo bolivariano" (Castro Leiva, 1985, p. 158). Es el retorno forzado a la polémica entre las tesis contrapuestas que sobre el americanismo concibieron Monroe y Drago. Las alternativas en materia de política internacional son mantener la O.E.A. tal cual bajo el ojo vigilante e insomne de U.S.A. o, por el contrario, darle la extrema unción con la CELAC y la UNASUR en proceso de revitalización.


El propósito que alienta este artículo está referido más que a las respuestas concluyentes, a la formulación de preguntas lo más pertinentes y creativas posibles que faciliten la Búsqueda propia de América, más allá de la camisa de fuerza de las ideologías como falsa conciencia y su academicismo subordinado. Unos nos hablan de la Venezuela Faraónica o aparente, mientras Otros dan vivas a un País potencia en el contexto de un modelo republicano y rentista en pleno desahucio. Nos gusta más lo que Mariano Picón Salas escribe en uno de los ensayos de "Comprensión de Venezuela" (1949), catorce años después de la muerte de Juan Vicente Gómez, esto es entrar con más de treinta años de retraso al siglo XX: Que nuestro país ejerza la soberanía sin asfixiante tutelaje extranjero y se desarrolle como país modesto y autogestionario en el establecimiento de relaciones claras y respetuosas con el resto del mundo. Tarea esencial empero de una difícil realización posible.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS


Bolívar, Simón (1979). Doctrina del Libertador. Caracas: Biblioteca Ayacucho.


Bolívar, Simón. (2015). Carta de Jamaica y otros textos. Caracas: Biblioteca Ayacucho.


Briceño Guerrero, José Manuel (2010). Recuerdo y respeto para el héroe nacional. En revista "Zona Tórrida", número 42. Valencia, Venezuela: Universidad de Carabobo. Pp. 36-45.


Castro Leiva, Luis (1985). La Gran Colombia: Una ilusión ilustrada. Caracas: Monte Ávila.


Magallanes, Manuel Vicente (1979). Historia política de Venezuela, tomos 1-3. Caracas: Litografía Melvin.


Picón Salas, Mariano (1976). Comprensión de Venezuela. Caracas: Monte Ávila.


Toro, Fermín (1984). Honores fúnebres a Bolívar. Caracas: Cementos Caribe C.A..

Tres sonetos sobre el cura Borges

 Jose Carlos De Nobrega:

El Cura Carlos Borges


No quiero ser el cura Carlos Borges, el padre whisky,

Pese a que soy alcohólico para nada anónimo de doble A.

Me simpatizan los jesuitas en general, desde San Ignacio hasta Arturo Sosa hijo,

Muy a pesar de que Borges, al igual que yo, seamos teatro bélico de las contradicciones.


A ambos nos gusta leer a Poe, sólo que él es poeta necrofílico,

Mientras yo soy sonetista compulsivo que cura su desencanto.

Mi camarada sacerdote tuvo a Lola Consuelo como su amante más notable,

Yo me casé dos veces: Nora y Yudi quienes me amaron mucho y desquiciaron en veces.


Mi tocayo se debatió entre Cristo y la concupiscencia,

Abjuró de Dios resbalando la lengua y metiendo el puñal en la Colina a la que cantó lascivo.

Se retractó y regresó a la Iglesia para adorar al bailómano Cabito y luego a Juan Bisonte, rey de la baraja.


Es verdad, me parezco a él como su hermano y prójimo antípoda.

Empero mi poesía mística y erótica abomina de culpabilidades inducidas

Por la Teocracia abyecta que usurpa a Dios y odia a los hombres: Yo no amo al Gran Hermano ni bajo la cerviz.


Enésima tentación del cura Borges en Valencia, la de Pocaterra


Hoy celebramos en la casa de José Rafael Pocaterra

El día del escritor junto a Andrés Bello y el cura Carlos Borges.

Sólo que la fiesta se salió de nuestro control:

La charla de Elio Araujo pasó de su sobriedad a las hablillas de pasillo del auditorio.


Leí un pastiche criollo de Luis Enrique Mármol a la manera de Carlos Borges

Y se levantó el capellán de enajenados y milicos gritando Plagio, Plagio!

Qué contrariedad pues el plagiado poeta cometió plagio

Con el grito de Iván Karamázov cuando Aliosha lo besó como Cristo al Gran Inquisidor.


El poeta Cheo Vizcaya bailó su propio poema al beato José Gregorio

En coreografía dupla entre el vals y el merengue rucaneao

A ver si al doctor de los pobres se le empinaba o no el bulto con Isadora Duncan.


Protestó airada una católica ultramontana del Papa polaco y verraco Juan Pablo.

No me quedó otra que plagiar en alejandrino ese verso de Rubén Darío:

Margarita linda está la mar... picada!


2

Para reparar mi desatino de espectador entrometido,

Les leí tres poemas eróticos de mi Marhisela.

Santa Madre de Dios!, saltó el cura Borges de nuevo

Hecho un ovillo, se quitó la sotana y mutó en íncubo al oír el perfume de hembra brava.


Mi tocayo y poeta licencioso le arrebató la pipa a Pocaterra

Para calmar ataque de histeria como si fuese posesa en Loudum.

Luego buscó asilo en la Iglesia de Don Bosco pidiendo a reliquia de San Desiderio

Librarlo de tentación tan dura de roer: Se encerró en el confesionario y al punto se torturó a correazos.


Quién quita si se masturbó con algún fetiche católico

Como el manto de Turín o se hizo estigmas con alguna astilla de la cruz de Jesús.

Dejemos al pobre de Carlitos apagar su ardor en la tierra y no en infierno de bolsillo.


Como colofón anti-motín, Denis amasó el pan de un cuatro,

Cantó una del poeta Burgos, otra de Pessoa y un popurrí de costado indio,

Convocando la Gracia de su Melania Reyna en sol rojo que le dore y confite el corazón melómano.