[III, Los Protocolos como
falsificación de una novela del XIX]
Sesenta
y dos años después, en su novela “Biarritz” (1868) [veinte años después del
“Manifiesto del Partido Comunista” de Marx y Engels] Hermann Goedsche, un
ramplón burócrata del servicio postal de Prusia –falsificador de
correspondencia y agitador político a posteriori-, incluyó un capítulo titulado
“En el cementerio judío de Praga”: celebrando la fiesta de los Tabernáculos,
alrededor de la media noche y ante un fuego fatuo posado sobre una lápida,
transfiguración del hijo del maldito, trece “jodíos” (representantes de las
doce tribus de Israel y de la Diáspora) se reúnen e intercambian informaciones
sobre sus actividades sediciosas en pro del dominio del mundo, las cuales
comprendían la centuria transcurrida desde la última sesión. La escena y el inventario
coinciden absolutamente con la esencia de las actas de los Protocolos resumidas
en el Discurso del Rabino, testimonio de su veracidad de origen judío atribuido
–claro está- a un rabino y pronunciado en 1880:
GOEDSCHE.-
Opresión financiera sobre “todos los príncipes y los gobiernos de Europa” a
través de empréstitos (Rubén).
GRAN
RABINO.- “Hoy, todos los emperadores, reyes y príncipes reinantes, están llenos
de deudas (…) para poder sostener sus tronos que se tambalean. La Bolsa, cotiza
y regula esas deudas, y nosotros, somos en gran parte, los dueños de las Bolsas
de casi todas las plazas. Por consiguiente, facilitar cada vez más y más estos
empréstitos, es a lo que tenemos que aplicarnos”.
GOEDSCHE.-
División de los latifundios para que la tierra pase a manos judías (Simeón).
GRAN
RABINO.- “Nuestro deber será, en lo posible, tratar de que las grandes
propiedades sean fraccionadas, a fin de que podamos adquirirlas más
fácilmente”.
GOEDSCHE.-
Aniquilación de la clase artesana y su consecuente transformación en clase
obrera manipulable política y sindicalmente (Judá).
GRAN
RABINO.- “y cuando las propiedades hayan pasado a nuestras manos todo el
trabajo del proletariado cristiano será para nosotros fuente de inmensos
beneficios”.
GOEDSCHE.-
Debilitamiento de la Iglesia Cristiana por vía del libre pensamiento (el levita
Aarón).
GRAN
RABINO.- “Siendo la Iglesia Cristiana uno de nuestros más poderosos enemigos,
tenemos que trabajar (…) para que su influencia disminuya; es necesario
implantar (…) las ideas del libre pensamiento, del escepticismo, del cisma, y
procurar disputas religiosas que tan fecundas son en divisiones y sectas del
cristianismo”.
GOEDSCHE.-
Descrédito del militarismo monárquico y nacionalista (Isacar). Fomento de las
revoluciones y del progreso social (Zebulón).
GRAN
RABINO.- “De este modo podemos sublevar las masas cuando queramos (…) y cada
una de esas catástrofes dará un gran avance a nuestros íntimos intereses y nos
acercará rápidamente a nuestro único objetivo: reinar sobre la tierra, como fue
prometido a nuestro Abrahán”.
GOEDSCHE.-
Judaización de los Estados por medio del acaparamiento de los cargos
burocráticos (Neftalí).
GRAN
RABINO.- “Es necesario que todos los cargos públicos puedan ser accesibles a
los judíos, y cuando hayan conseguido llegar a ser funcionarios, (…)
apoderarnos de un manantial de verdadera influencia y verdadero poder”.
GOEDSCHE.-
Monopolización de los mercados (Dan).
GRAN
RABINO.- “El comercio y la especulación, estas dos fuentes que pueden ser tan
abundantes en beneficios, no deben ser nunca arrancadas de manos de los
israelitas”.
GOEDSCHE.-
Obtención de beneficios económicos, sociales y carnales a través del matrimonio
y la fornicación adúltera “con mujeres cristianas y no judías” (Aser).
GRAN
RABINO.- “Los judíos deben poner fin a la indisolubilidad de los casamientos
cristianos, y establecer por todas partes, los matrimonios civiles (…) Debemos
favorecer los casamientos entre israelitas y cristianos (…) la mezcla de cierta
cantidad de sangre impura en nuestra raza, elegida por Dios, no podrá
corromperla y nuestras hijas nos proporcionarán con esos casamientos uniones con
familias cristianas que tengan algún ascendiente y poder (…) Será muy
conveniente que los israelitas se abstengan de tener por queridas mujeres de
nuestra santa religión, es mejor que para ese empleo las elijan entre las
vírgenes cristianas”.
SAN
JUAN DE LA CRUZ.- [Desde la sórdida y mala prisión a la que lo sometió la Santa
Inquisición Española, la mismita que encerró al traductor de Dios Fray Luis de
León]
“¡Oh
ninfas de Judea!,
En
tanto que en las flores y rosales
El
ámbar perfumea,
Morá
en los arrabales,
Y
no queráis tocar nuestros umbrales”.
GOEDSCHE.-
“Manasés incluye una serie de discursos con una exhortación apasionada a la captura
y el control de la prensa” (Norman Cohn, op. cit., pág. 33).
GRAN
RABINO.- “Si el oro es la primera potencia de la tierra, el segundo lugar lo
ocupará la Prensa. ¿Para qué sirve el primero sin la segunda? (…) es de una
necesidad incuestionable que, la dirección de los periódicos pase a nuestras
manos (…) nos harán pronto dueños de la opinión pública, la que nos entregará
las masas bajo nuestro poder”.
GOEDSCHE.-
“¡Renovemos nuestro juramento, los hijos del becerro de oro, y vayamos a
recorrer todos los países de la Tierra!” (Aarón, y a continuación reaparece el
fuego fatuo sobre la lápida, la cual recibe posteriormente las trece pedradas
que a su vez harán aparecer al horrendo bovino).
FUEGO
FATUO.- (A Mefistófeles) “Ya veo que sois el amo, y de buen grado me allano a
serviros” (Goethe: Fausto, la noche
de Walpugis, escena XXI).
GRAN
RABINO.- “Es la décima vez, desde hace mil años de lucha atroz e incesante con
nuestros enemigos, que se reúnen en ese cementerio, alrededor de la tumba de
nuestro Gran Maestro Caleb, Santo Rabino Simeón-Ben-Jhuda, los elegidos de cada
generación de Israel, a fin de ponerse de acuerdo sobre los medios que deben
emplear para, de las grandes faltas y pecados que no cesan de cometer nuestros
enemigos los cristianos, sacar las mayores ventajas para nuestra causa (…) A
nosotros pertenece ese Dios (Mammon), desde el día en que Aarón, levantó en el
desierto el Becerro de Oro, esa divinidad universal de la época”.
(Los
parlamentos del GRAN RABINO correspondientes a nuestra parodia, son un pastiche
textual del Discurso del Rabino en las tres versiones recogidas en Serge Nilus:
Los Protocolos de los Sabios de Sión (1902),
por J. Fernández, Ediciones Petronio S.A., Valencia-Barcelona, España, 1975,
págs. 37-59. Las tres son: la de John Readclife (1886), la reproducción
reducida de éste por un Rabino en el Congreso de Lemberg (1911), y la copia del
discurso –titulada “Un rabino, a propósito de los Goim” (1901)- por el editor
alemán de los Protocolos).
QUEVEDO.-
“Las doce tribus de narices era,
Erase
un naricísimo infinito,
Muchísimo
nariz, nariz tan fiera,
Que
en la cara de Anás fuera delito”.
(Sin
embargo, se encontraban dos convidados de piedra no muy lejos de allí: Un
intelectual alemán partidario del pangermanismo, y, no podía faltar un judío
converso, un precioso marrano, abrazados en el combate sin tregua a tan
repulsiva conspiración).
GOEDSCHE
Y BISMARK.- “Los grandes problemas de hoy no se deciden con discursos, ni
tampoco con el voto de las mayorías. Ese fue el error de 1848 y de 1849
(Bismark en esta declaración se refiere a lo acontecido en Francia y en
Alemania, el derrocamiento del rey Luis Felipe de Orleans y proclamación de la
Segunda República, y la constitución del Parlamento Nacional por un movimiento
liberal y su oferta del trono rechazada por Federico Guillermo Rey de Prusia.
Apología de la unificación política alemana en torno al Kaiser). Se deciden con
sangre y con hierro”.
GOEDSCHE Y DISRAELÍ.- “De modo, mi querido Coningsby, ya ve usted que el mundo está gobernado por personajes muy distintos de los que imaginan quienes no se hallan entre bastidores”. ¡Dios salve a la Reina!
La
ficción novelística de Hermann Goedsche conformaría paradójicamente el Discurso
del Rabino en tanto prueba inobjetable de la autenticidad de los Protocolos. En
la versión de los Protocolos de Fernández ya descrita, página 35, se nos indica
que el diplomático inglés Sir John Readclif lo publica “bajo el título de
‘Reseñas de los acontecimientos político-históricos acaecidos en los diez
últimos años’ (…) tomado de ‘El Contemporáneo’ de 1° de julio de 1886”, es
decir seis años después de su pronunciación. También Fernández presenta un
segundo documento, consistente en una versión condensada del mismo, llevada a
cabo por otro rabino en el todavía inexistente Congreso de Lemberg (1911). En
cambio Francois Bournard reproduce el discurso
en “Les Juif et nos contemporains” (1896), y argumenta que “el verdadero
programa de los judíos expresado por el… gran rabino John Readclif… Se trata de
un discurso pronunciado en 1880”. La primera edición sueca (1933) del discurso
declaraba que, a modo de prólogo, Sir John Readclif había ofrendado su vida en
la revelación del complot judío internacional. Si Readclif no encarnaba en este
sainete al rabino, ¿cuál sería entonces su identidad? Otras versiones le
atribuirían dos nombres: en un caso, respondería por el de Reichhorn, y en el
otro por el de Eichhorn, una erre más, una erre menos, qué importa, pues lo que
contaba era la gravedad del discurso en sí. Y bien, ¿qué papel tocaba al tal
Sir John Readclif? ¿Acaso el pasaje novelístico de Goedsche, de unas veinte páginas
aproximadamente, prefiguraba proféticamente la real y cruda exposición de los
motivos y planes de los conspiradores hebreos a finales del siglo XIX con un
decenio de anticipación?
Tal astilla fue publicada con el pseudónimo de Sir John Retclife, ¡valga su rancio abolengo!, nombre que reencarnaría luego, gracias a las señales y lecturas realizadas en base a la ouija desatada de los esclarecidos espiritistas antijudíos, en vidas tan dispares y equívocas como las anteriormente referidas. Por lo que la disparatada metamorfosis de Sir John Retclife, reflejo distorsionado y turbio del cripto-judaísmo como fenómeno histórico, cultural y social, nos revela que la alocución del rabino es el torpísimo plagio de una mediocre noveleta. No obstante continuaron sus diversos y falsificados ecos tanto en diarios, revistas y devocionarios antisemitas, como en la instigación de los pogroms en la Rusia zarista y feudal de principios de siglo. Los Protocolos, y su apéndice y sustento manifestados en el Discurso del Rabino, rebosaron un incontable y redundante espacio bibliográfico a nivel mundial (Consúltese la “nota bibliográfica sobre los Protocolos” en la obra antes citada de Cohn, págs. 302-309), alcanzando así la falsificación plena divulgación hasta el punto de ser textos obligatorios en las escuelas del Tercer Reich. Al respecto, Hitler es concluyente: “Por estúpido que algo pueda parecer (…) la base de su credibilidad radica en la firmeza y tenacidad con la que es defendido” (Helmut Heiber: Hitler, Salvat, Barcelona, 1986, pág. 125). [El cabo Adolf Hitler, infiltrado o soplón del ejército alemán, influido por la subliteratura antisemita en la Viena de su fallido proyecto artístico, reparó no sin genio político que le era más provechoso apropiarse de este club de veteranos de la I Guerra y así pintar su propia y autocrática propuesta de Poder].
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