sábado, 1 de mayo de 2021

3 doctores, 1 año y un cuarto. Jose Carlos De Nobrega

 

Foto del gran retratista Yuri Valecillo

Este año de beatificación del doctor José Gregorio Hernandez, coincide con un año cumplido de la Pandemia covid-19 en el mundo tripolar de la Guerra Fría. Hoy, día del trabajador de 2021, ha muerto el doctor Henry Ventura quien estudió medicina en la Universidad de Carabobo con dos grandes amigos míos, los doctores Pedro Tellez y Jorge Perez. Cada quien afrontó a la fecha la peste desde diversos puestos de trabajo. Claro, con diferentes puntos de vista también. Henry como diputado a la Asamblea Nacional. Recuerdo que se lió a trompadas con un colega opositor para siempre adeco, no importaba que haya militado en otros partidos. Pedro en el Psiquiátrico de Barbula principalmente. Jorge en la Maternidad del Sur y su consulta obstétrica privada. Ventura fue ministro de Salud, por lo que su visión fue macro política y pro gobierno. Tellez es el director de nuestro principal centro de salud mental, amén de tener la óptica de un militante e intelectual orgánico de mucho filo. Nunca solapó su militancia socialista, ni rehuyó la discusión de la que salía casi siempre victorioso. Perez se preocupó más por el gremio auténtico, no el sesgado a nivel politiquero. Lo vimos conmovido y conmovedor en un vídeo, como profeta Jeremías, exigiendo la vacunación paulatina y eficiente de sus colegas y el resto de los venezolanos. 

Conocí a Henry Ventura en sus días de dirigente estudiantil de la UC. Tuvimos un encontronazo sin consecuencias que lamentar, a propósito del desempeño de mi hermano en el Consejo Universitario. La cosa no pasó de quitarme esta pajita ni cruzar la raya. Cosas de muchachos en el liceo grandotote que es la universidad. Jorge Perez fue mi mejor amigo del bachillerato y sigue siéndolo. Cuando mi recuperación de la crisis depresiva en Naguanagua, me ayudó con fármacos y dinero en efectivo. Pedro Tellez, a quien conocí recién salido del bachillerato, es mi mejor amigo generacional. Junto a mi esposa Yudi, Luis Alberto Angulo y el poeta Medina Figueredo, me sacaron casi cadáver de esta casa, la que hoy es Cueva de Platón, para salvarme la vida. Es mi entrañable escrutador de almas esquivas, pese a que siempre yo desconfiaba de la psiquiatría. Ya comprendo que escupía pa'rriba pues. 

Tres personas que compartieron aulas universitarias y se dispersaron por caminos distintos. Henry cayó en plena guerra sanitaria. Pedro y Jorge prosiguen en el primer y más peligroso frente de combate al covid-19. No me importa la banal pelea ideológica y mediática que se hace personal y mezquina. Fijo la mirada en los cuartos de reclusión voluntaria en casa y los de recuperación en los hospitales. Estos tres doctores forman parte de una metáfora de humanidad asediada por la peste. Tocada de humanismo posible que nos mueva a aprender de esta crisis estructural de país, internalizar el coraje patriótico que ama y vela por su prójimo, y actuar con corazón libertario en la construcción colectiva de una mejor Venezuela para todos. Pujemos a pulso con nuestra madre el parto de una preciosa utopía.


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