Hoy miércoles en mitad de diciembre,
Segundo año de esta Pandemia terca,
Ha transcurrido un día lento muy lento,
No sé si por dominico acostado o por padecer Hastío.
Sin embargo, me vuelvo a chatear con Karelly
Como si ella anduviera Bogotá con José Gregorio,
Su Santo odontólogo y yo en esta Cueva
De Platón asilado en Valencia de Pocaterra.
Me la imagino de lindo rostro cansado,
Cuerpo robusto pintado por un Rubens algo viejo
Pero muy orondo con su simpática modelo.
Sí escuché su voz no hace mucho,
Más pausada empero musical al igual
Que los poemas de Darío en desfile triunfal.
2
Supongamos que la Doctora Karelly Lizarraga
Viva con su hija Alieska, su Luna encrespada
Como Mar picada. Karelly me pidió que no la olvidara
Quizá por efectos de la cuarentena
A la manera de un Síndrome de Estocolmo.
Claro que no: ni la dejé en la cuneta
Ni tampoco en el Ático tenebroso.
La memoria amorosa la tenía Poema dormido.
Extraño cuando conversábamos de Machado,
Los gigantes del Siglo de Oro, Javier Solís,
Tito Rodríguez o los desplantes de la Lupe.
Que valgan este par de sonetos portátiles
En anticipo de encuentros por venir,
Carcajadas y Lágrimas a propósito de nuestros vivos y muertos. Amén!
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