martes, 11 de enero de 2022

Melanctha el tratado de Amor de Gertrude Stein (1)

 


Melanctha el tratado del Amor atípico de Gertrude Stein (1)

José Carlos De Nóbrega

A sugerencia de una poeta y gran amiga, me vi estimulado a leer Melanctha (1908) de Gertrude Stein (1874-1946). Confieso, dado el contexto de mi lectura en la Pandemia y la reclusión solitaria, que este relato me atrapó y no me soltó salvo algunas puntuales pausas de reflexión literaria y existencial. Al parecer, Stein persiste en ser la diosa tutelar no sólo de la generación perdida de los años veinte del siglo XX en la París de la eclosión vanguardista, sino de una camada de lectores y escritores de la actual generación del XXI que oscila entre la desilusión y la esperanza titubeante de que dejemos de padecer una Guerra Fría entre tres. En el film "Perdidos en París" de Woody Allen, Giles, un escritor de este siglo, cae encantado por los consejos y el tutelaje de una Gertrude Stein interpretada por una estupenda Kathy Bates. 

En el prólogo de la edición de Monte Ávila, 1976, la traductora Julieta Fombona nos dice que la obra es una letanía en cuanto al ritmo del discurso y la creación de atmósferas opresivas empero que el tema es la fluencia del Amor entre los personajes principales: Melanctha, Jane, Jeff, Rose y Jem. El efecto repetitivo que preside el relato, se realiza en clave de blues y jazz con que nos maravilla hoy Billie Holiday. Huele, sabe y se oye una dulce fruta amarga. Se nos antoja una novela de formación que comprende la educación sentimental de Melanctha en el contexto de la discriminación y deconstrucción racial en el Sur de los Estados Unidos, si bien la novela no pretende ser un tratado de sociología, sino una búsqueda entre existencial y mística de la heroína.

Ni las relaciones humanas ni el Amor como fuerza vital, se hallan exentos de los embates de una poética disfuncional del Poder. Hay una dialéctica envilecida y afectiva desde la infancia de Melanctha: Odiar a su padre, James Herbert, para quedarse e identificarse con la fuerza bruta de su negritud. El desamor de ella por sí misma es desarraigo familiar. Pese a la muy frecuente ausencia del Padre, el patriarca o padre padrone ejerce el poder salvaje y absoluto sobre Madre e Hija. El Patriarca es un afroamericano rabioso, amargo e indómito. Es mandinga que somete a su esposa y a Melanctha, sólo que la hija por vía de la lengua y el ingenio va disuadiéndolo en pos de consolidar una personalidad sólida y libertaria.

No obstante el afán experimental narrativo, el Decir es inmediato y elemental en la recreación de situaciones extremas y tenebrosas. La reiteración no sólo se opera a nivel de los nombres, sino de los atributos, ello a la manera del epíteto homérico. Se aborda la complejidad expresiva y de fondo a través de la transparencia y simplicidad aparentes del discurso. Se triza la historia convencional en lo temporal y lo espacial. Preside la contingencia sin buscar redondear una trama perfecta. La fragmentación anecdótica y discursiva tiende al concepto de cinema verité, eso sí, sin la mediación del montaje racional de las secuencias. 

Sin imágenes tremendistas y apasionadas como las de las novelas "Cumbres Borrascosas" de Emily Bronte o "La Historia del Ojo" de Georges Bataille, este texto resulta de un erotismo ejemplar. En el caso de Melanctha, la configuración erótica de la protagonista es proverbial e inquietante: Se trata del ejercicio del poder sexual sobre el Otro, miedo y fascinación, insinuación, coqueteo y represión mediantes. Eros se despliega en la mixtura de la novela de iniciación, el cuento salvaje de hadas en su tono y alocución, la crónica o el testimonial místico, amén de the road story. Por ejemplo, el tren constituye metáfora viva del ímpetu sexual y fálico que conlleva el orgasmo libertario: "Para Melanctha la estación estaba llena de la excitación de los muchos hombres que allí trabajaban, y tal vez de un futuro libre y revoloteante". El tren resopla en el brío del saxo de John Coltrane en la pieza clásica Blue Train.

El hambre de conocimiento de Melanctha excede lo intelectual y se enraiza en lo erótico y lo emocional. La mueve vagar a contracorriente de lo convencional y banal del mundo, ello entre la seducción y la represión que en ocasiones la impelen a huir. Por lo que su educación sentimental es aventura e improvisación en plena marcha. Jane Harden, Jeff Campbell, Rose y Jem Richards han sido, si se quiere, sus mentores o profesores al igual que el filósofo de la Grecia clásica con su discípulo, desde la episteme hasta la intimidad emocional y sexual. Al año del magisterio de Jane, Melanctha se fortaleció superando a su maestra alcanzando el vínculo un cénit decadente para la una y evolutivo para la otra. Medió el alcoholismo de Jane Harden y el endurecimiento interior que la fue debilitando. Se realizó un cambio de roles de poder, sumisión y dependencia. El Amor había dejado de ser dialógico y libertario, para decaer en cínico utilitarismo.

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