viernes, 7 de enero de 2022

El Ingenio del Cura Brown de Chesterton

 


El Ingenio del Cura Brown de Chesterton

José Carlos De Nóbrega

El Candor del Padre Brown (1911) de G.K. Chesterton (Londres, 1874-Beaconsfield, 1936), en la traducción del mexicano Alfonso Reyes, es una de las novelas policiales más gratas y excepcionales que haya leído. Se dice que la saga del cura detective simpático y rechoncho, son cinco volúmenes de cuentos. No me lo parece así. Es una biografía de un santo de beatificación postergada, pues su perfil detectivesco no lo hace un buen candidato convencional. El Candor del Padre Brown es la primera novela integrada por doce capítulos o casos, como si se tratara de los doce apóstoles que van del joven Juan, el discípulo bien amado, hasta Judas el traidor que fue instrumento imprescindible del Evangelio de Cristo.

El cura Brown fue una personalidad de papel encarnada en el sacerdote católico John O'Connor (1870-1952), quien movió a Chesterton en su conversión al catolicismo en 1922. Se nos antoja, empero, sin demeritar a O'Connor en su fluencia espiritual, que nuestro autor fue perfilando su fe religiosa en el proceso mismo de la ficción. La cosa iría de El Hombre que fue Jueves (1908), hasta por lo menos las dos primeras entregas del Padre Brown, la ya citada de 1911 y La Sabiduría del Padre Brown de 1914. El Arte apostólico literario, incluso, repercutió en la adaptación cinematográfica. Father Brown (1954) trajo consigo la militancia católica de Sir Alec Guiness en la realización del rol protagónico de tan seductor y paradójico personaje.

Este anti-detective dialoga en una fiesta ecuménica y eucarística con el Don Isidro Parodi de la dupla latinoamericana de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares. Como se sabe Don Isidro resolvía abstrusos casos policiales estando en cana o la sórdida y mala prisión, ello en la Torre de Hablas del español porteño y argentino. Borges le dedicó a Chesterton un muy lindo ensayo. En Otras Inquisiciones (1952) tenemos Sobre Chesterton. "Cada una de las piezas de la Saga del Padre Brown presenta un misterio, propone explicaciones de tipo demoníaco o mágico y las reemplaza, al fin, con otras que son de este mundo". Excediendo el credo terco del escritor converso, su personaje, sin contradecir su Fe en Dios trino conservador, resulta ser un muy creativo y realista apóstol que sería más quisquilloso que el Vaticano a la hora de investigar alguna santidad poco dudosa. Para ello la metodología positivista nunca está de más.

Más allá del entusiasmo de los católicos y la reprobación de los libre pensadores, este libro inicial del cura Brown nos depara un gran placer lector. Esta Apología sutil del catolicismo, posee diversos registros humorísticos que tocan lo sociológico y lo intelectual. Qué decir de la dupla admirable entre el sacerdote y el delincuente legendario Flambeau. El confesor y consultor espiritual perdona más de una vez al bribón, hasta hacerlo apóstol de la Fe y de las aventuras policiales. Brown, pese a descubrirlo con las manos y el ingenio hamponil en sus andanzas, nunca lo entrega a la policía en un afán que excede el proselitismo y deviene comunidad y hermandad en los afectos en Cristo. Son duelistas y socios en el ingenio que relativizan estéticamente el Bien y el Mal. Se oponen para complementarse en una mutual insólita. La Fe en Cristo no es como la pintan en los menesteres de la inquisición policial. Ya desde el inicio, el cura Brown le pintó con aforismo digno de Gacián, su poética sabuesa y aventurera de vida a Flambeau: "Que usted atacó la razón; y eso es de mala teología".

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