domingo, 11 de septiembre de 2022

Luna del Santo Domingo. Cheo Vizcaya

 


Luna del Santo Domingo

Cheo Vizcaya

Nado de pecho en la Chorrera 

Ella me enloquece en este ámbar despiadado

En este reino, el vivir es una comarca

De nada sirve el alma en esta corriente

Arenada del masticar del recuerdo

Esa luna me exprime lo bueno mío lo malo mío

Un payaso negado a reír hace soplo y espíritu

Nadie nada en la misma agua dos veces

Pero Heráclito es un viejo ruin

Que nunca amaneció en estas arenas

Zorba, el griego, sí

Pero Zorba, rascao, se sumergió en una botella

Y se tiró al mar

Él no nadaba en Chorreras

Pero yo sí

En menguante beso a mis primas orilladas en el paso de la balsa

Ellas me lo agradecen fastidiadas de su eternidad

Guao, dicen las alunadas 

Tanta felicidad me moja pero no empapa el alucinante atardecer

La ribazón me encariba el rubor anochece

Lobo al fin espero el creciente porque cuando llega la lleno

Aullo  en colmillos de agua

Soy cotúa

Y el Santo Domingo me arrastra

Quién sabe hasta adónde.


Cheo Vizcaya. Oriundo del estado Barinas, Venezuela. Poeta y promotor cultural. Su trabajo se halla disperso en diversas revistas y suplementos literarios. Ha figurado en las antologías de Poetas carabobeños V, Separata, U.C., y en Diez al azar publicada en Puerto Rico. Su voz poética vincula la paisajística llanera y la urbana con desenfado estilístico y claridad expresiva. Se trata de ejercer una ciudadanía libertaria y mestiza, ello en un vitalismo y compromiso ajenos y contrapuestos a los formatos del pasquín ideologizante y la vacuidad experimentalista. 

Tres poemas a quien los quiera escuchar. Jose Carlos De Nobrega

 


Tres poemas a quien los quiera escuchar


José Carlos De Nóbrega

Vino verde

Me odié a mí mismo en el reflejo abyecto
De un espejo de aguardiente y mosto verde.
Recordé mi envilecimiento ebrio y decadente,
De cuando me sentía brújula descompuesta.

No hay nada peor que un barco dipsómano
Desvariando en un océano interminable
Sin puerto donde atracar pecados ni villanías.
Ni siquiera hay aves sociópatas picoteando la cubierta.

Mi disconformidad de Almirante y tripulantes amotinados en rencor,
Tan sólo fue atenuada por una sirena niña
De cabello encrespado en candorosa mar roja.

Me atreví a cantarle una Rapsodia Bohemia
En falsete impostor, festivo y raquítico. Ella no enloqueció
Echándose al agua. Sólo sonrió y quedé a la deriva en esta calma chicha.

Lima Barreto

Mucha razón tiene el poeta Lêdo Ivo:
El Modernismo brasilero no es sólo el paulista.
Tenemos, entre no pocos, el carioca y el nordestino.
Son caminos que se cruzan y se disocian en cháchara de Legión almada.

Lima Barreto, el novelista, es uno de sus dioses tutelares.
A través de Isaías Caminha y Policarpo Quaresma,
Por ejemplo, se puso las sandalias de ese sátiro
Implacable y mal pensante que fue Juvenal.

A las puertas de Río de Janeiro, se sacudió la tierrita
De sus pies de atleta en pose de Profeta del desastre
Conteniendo a duras penas lágrimas y rabietas.

Abominó el despropósito de su tiempo y del bestiario
Depredador de sus paisanos, siendo su terredad el peladero de chivo
Donde naufragó su saudade enchumbada en aguardiente.

La yunta borracha

A Luis Alberto por sus muy pertinentes consejos

Una pareja de alcohólicos es metáfora disfuncional
Que chirría desgracias a puertas batientes imposibles de silenciar.
Sus corazones no se acompañan en la batucada 
Sambista. Por el contrario, no desafinan como aquel bossa nova de Tom Jobim.

Sabiéndose enfermos, aborrecen de su prójimo ebrio,
Sin reparar que ambos duermen la pea a la intemperie,
Frente a la taberna alumbrada por la luna más crápula.
Si logran levantarse, dan tumbos en espiral

Como un par de lindos ángeles caídos
Y amorochados que van en muy terca pernocta.
No les resulta, entonces, la poesía beatnik

Ni el bebop apocalíptico de Bird Parker.
Allá van, Monk's Round Midnight, dos poemas sufrientes
En Sarao de bodas de Poe y Anne Sexton: par de coces contra el aguijón.