martes, 14 de enero de 2020

COPLAS DEL POETA CUMPLEAÑERO A LOS 70

Luis Alberto Angulo





Pertenezco a los setenta,
que ahora ya tengo cumplidos,
nunca me pierdo en la cuenta,
de todo cuanto he vivido.


Si me caigo de emoción,
me lanzo con salvavidas,
para evitarme un raspón,
o respirar por la herida.


Un abrazo, camarada,
en la ruta de existir,
los sueños no cuestan nada,

si nos permiten vivir.


*FICHA DE LUIS ALBERTO ANGULO

     Luis Alberto Angulo (Barinitas, estado Barinas, Venezuela, 1950).
     Poeta, articulista, editor literario. Los libros “La sombra de una mano” (Monte Ávila Editora Latinoamericana, Caracas 2005) y “Fusión poética” (Universidad de Carabobo, Valencia 2000), reúnen cinco de sus poemarios: Antología de la casa sola, Una niebla que no borra, Antípodas, De norte a sur y Fractal. Obtuvo, respectivamente, el IV Premio Internacional Poesía de la Universidad de Carabobo y los premios nacionales de poesía de la Universidad Rómulo Gallegos y Francisco Lazo Martí del estado Guárico en Venezuela. Luis Alberto Angulo es redactor de la revista Poesía de la Universidad de Carabobo y fundador del Encuentro Internacional que auspicia esa publicación universitaria. Autor de la antología Rostro y poesía (Universidad de Carabobo, Valencia 1996), Poemas de San Juan de la Cruz (Cuaderno Cardinal, UC, 1992), Poemas de Miguel Hernández (Ministerio del Poder Popular para la Cultura, Caracas 2005), Antología poética de Ernesto Cardenal (Monte Ávila Editora Latinoamericana, Caracas 2005).
Es coautor, junto con su padre, de Viento barinés (UC, 1978), un largo poema articulado por la llamada copla llanera, así como de las compilaciones, junto con Luis Ernesto Gómez, 70 poetas venezolanos en solidaridad con Palestina, Iraq y Líbano (MINCI, Caracas 2006) y El corazón de Venezuela, Patria y poesía (PDVSA / R∑DVE, Caracas 2008 – Dirección de publicaciones de la Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela, Caracas 2009). El ensayo Aproximación a la poesía de Ernesto Cardenal, prologa la Poesía Completa de este autor (Editorial Patria Grande, Buenos Aires).
Acerca de la poesía de Angulo han escrito: Elena Vera, Carmen Mannarino, Orlando Araujo, Reynaldo Pérez Só, Juan Calzadilla, Douglas Bohórquez, Franz Ortiz Castañeda, José Carlos De Nóbrega, Carlos Yusti, Aly Pérez, Freddy Hernández Álvarez, Gustavo Pereira, Alberto Hernández, David Cortes Cabán, Alexi Gómez, Julio Rafael Silva, entre otros.

En la Poesía del Decir, 70 años son algodón. José Carlos De Nóbrega


En la Poesía del Decir, 70 años son algodón

José Carlos De Nóbrega



     Estamos de fiesta por el septuagésimo aniversario del poeta Luis Alberto Angulo, quien junto a Juan Calzadilla forman la yunta más juvenil y refrescante de nuestra poesía. Me enorgullece desde hace mucho rato pertenecer a su círculo de amigos, pues además de sus atenciones para conmigo [de hermano mayor a hermano intermedio en esta familia literaria descocada], confieso con gusto que he aprendido de él una parte significativa de las cosas maravillosas que nos obsequia la Poesía [otros de mis maestros poetas son el Gallo Mujica y Reynaldo Pérez Só], musa y dama muy solicitada y selectiva, cuya adoración ya es suficiente gratificación [no por elitismo, sino en prevención de los aguafiestas insufribles que fallan en importunarla].

     No sólo nos reconcilia con la vida su poética del Decir, sino su actitud igual de poética en la cotidianidad que va desde darte una cola a cualquier lado, pasando por el consejo pertinente en cualquier materia, hasta el compartir los platillos que él mismo cocina con reverencia y diligencia.
     Abuelo orgulloso y juguetón por partida triple, hace poco derrotó a la Muerte disfrazada de Guillain-Barré, la cual mordió el polvo en un contrapunteo mítico de coplas. Como buen caballero andante, Luis Alberto asimiló con filosofía y, claro está, poesía abundante el nuevo curso de su empresa vital. Este muchacho se ha dado el lujo de ser psicoterapeuta de nuestro psiquiatra y hermano, Pedro, cronista de insectos, libreros y taxistas.

     Asimismo, lo tenemos –porque nos consta- por antólogo sobrenatural y muy puntual comentarista que celebra a sus cófrades poetas como Enriqueta Arvelo Larriva, Ana Enriqueta Terán, Ernesto Cardenal, Miguel Hernández y San Juan de La Cruz, entre muchos otros.
     Creo que hemos hecho una buena sociedad médico-detectivesca: Él haciendo del infalible, creativo y obsesivo Monk que dilucida misterios políticos y literarios; mientras que yo impostaba una versión anarco-teísta del Doctor House para mis glosas compulsivas. Soy su ensayista y proto-biógrafo de a de veras, pues no se me puede achacar compadrazgo alcahuete ninguno: No soy responsable de su estupendo oído e incontrovertible talento poético, pero sí de ser un consecuente y agradecido lector.

     Como Luis Alberto profesa una fe lúdica y brillante por la Poesía como experiencia interior que se comparte con nuestra gente, sin importar diferencias y distanciamientos artificiales hasta la intolerancia, le vamos a regalar esta samba contagiosa y colectiva de la carismática Maria Rita [hija preciosa de Elis Regina y el músico César Camargo Mariano, que se defiende por sí solita]: Cara Valente, tanto el divertido video “oficial” como la presentación en vivo de esta Diosa-Sirena descalza de la cual nos enamoramos hace poquito.

https://www.youtube.com/watch?v=igYsmAtFnHY

     Feliz cumpleaños, poeta. 70 años en tu caso son algodón de Pan de Azúcar. De allí este texto, sambódromo de los afectos. Con razón, Janeiro es tu mes [pudiéramos fusionar la samba y el bossa nova con el habla de pie de monte, pues saldría un poema del Decir como los que nos obsequias en los libros y en el trato cotidiano].

     P.S.: Ojo, poeta, te “empresto” a Maria Rita sólo por hoy, porque soy su novio muy celoso [huelga un pequeño detalle: ella no lo sabe aún, quizá se lo notifique en un cuento].

https://www.youtube.com/watch?v=k6IfzIAjiFM&list=RDk6IfzIAjiFM&start_radio=1

     Un abrazo para ti, Miriam, Miguel, Natascha, Genaro, Eva Amelie y la “benjamina” recién llegada con alegría sambista a vuestra vida.

     Tu pana y hermano intermedio, José Carlos De Nóbrega.


viernes, 3 de enero de 2020

Por qué me toca la Poesía del Decir
José Carlos De Nóbrega

"Y ya te vas qué me dirás, dirás
Qué poco sabes tú decir". Café Tacuba: Aviéntame, Homenaje a Amores Perros.

La poética del Decir posee una indudable pulsión por la vida. Nos mantiene vivos en medio del desmadre de este mundo que, sin embargo, recibe el Amor implacable del Poeta. Sin restricciones ni laberintos meta-poéticos que nada dicen en su mal-decir.

Lo hemos experimentado más allá del formato o plantilla en verso:

La crónica poética de Miguel Hernández que se contrista por anticipado de la derrota provisional de la II República Española.



La fusión musical de Luis Alberto Angulo que celebra la vida en la urbe cojitranca, rescata el picante de la copla popular y juega con Genaro al reflexionar sobre el oficio poético sin rebusque estético ni grandilocuencia alguna. Eso sí, sin dejar de asomar ese sentido auto-crítico del humor que aprendió por igual del budismo y las andanzas del idioma entre el llano y el páramo.



La sabiduría de habla y el conceptismo auténtico e inmediato del Gallo Mujica, que ultra-pasan la banalidad de las modas discursivas y el despropósito de su siglo. Su Decir nos suena -y cómo nos suena- a río de llano desbordado en el invierno o contenido en el verano. La escritura es ritmo y melodía de la lengua que no se esconde en fútil egotismo.



La transfiguración poética y conversada de los evangelios y los libros proféticos en el discurso de Ernesto Cardenal. No es vaciar la Biblia o la Historia de Nicaragua en una plantilla oportunista para acceder al Nobel. Por el contrario, se trata de asumir el misticismo con un lenguaje combativo, ricamente exteriorista y apegado al barullo de la calle.


Enriqueta Arvelo Larriva dice mucho en el rumor del viento que susurra clorofila abundante de vida al verde follaje o en el ronroneo de ese gato invisible asimilable al arroyo que nos arrolla tenue -como si nada- a ras del tobillo, amable y aplaudible su temperatura ora fría, ora tibia, más tarde caliente. Ella no se encierra en un castillo de cristal, sino comparte la delicia de una colmena asombrosa, bullente y dulce de verdad-verdad.


El maestro Lêdo Ivo nos sigue conmoviendo con la Arcadia de la Infancia que tributa a su natal Maceió, no obstante haber sido una de las ciudades más inseguras de Brasil. La multiplicidad escritural de Lêdo no amerita de heterónimos en falsete ni de puestas en escena rococó. Por el contrario, la metáfora y la lengua van por la calle del medio desfaciendo entuertos estilísticos y ruindades humanas que nos deja el poder egocéntrico e indolente.


En los Umbrales de la memoria, aprendí del poeta Juan Ruiz Peña a paladear el mundo con la mayor serenidad posible, en medio de las sacudidas de la Legión de adentro y el cataclismo de afuera provisto por los poderes imperturbables que pretenden resecar las almas hasta un entumecimiento de muerte. Ya lo remata el mensajero del dolor al final del soneto, como el Job aparejado en el afán de cada día: “es cierto, soy mortal, soy criatura / viva para sufrir, tierra de llanto / que un ángel cubre con un blanco manto”.     


    
Salve a la poesía que va de frente dialogando con legos y grandes profesores, tal como se escucha en el tango Cambalache.
¡Sería un honor que me acompañaran en llegando y auscultando la nobleza de estos corazones insobornables de poetas!

jueves, 2 de enero de 2020


IMPERDIBLES DEL PERIODISMO (21): Padrecito Stalin, no vuelvas



IMPERDIBLES DEL PERIODISMO (21): Padrecito Stalin, no vuelvas trata de una reseña a esta antología contra el estalinismo coordinada por Paco Ignacio Taibo II. JCDN.

Esta antología de lujo contra el estalinismo y la ortodoxia soviética, coordinada por el polígrafo mexicano Paco Ignacio Taibo II, reviste vigencia e importancia en estos tiempos revueltos y de promoción masiva de la banalización de los discursos (en especial el mediático y el académico). Su primera edición es del año 2012 bajo el auspicio plurinacional de Rosa Luxemburg Stiftung y la brigada Para Leer en Libertad.
Los textos de Annie Kriegel, Paco Ignacio Taibo II, Ernst Fischer, Isaac Deutscher, Víctor Serge, Howard Fast y, por supuesto, León Trotsky, apuntan no sólo al guiñapo del culto y el despropósito dizque revolucionario que sigue siendo Stalin, sino también a las desviaciones políticas del socialismo que someten al pueblo al gobierno de otra élite de poder autoritario: Llámese Pol Pot o se apellide Ceaucescu.
El brevísimo ensayo de Annie Kriguel, no sólo tritura en el pilón de la crítica al culto a la personalidad del padrecito Stalin, sino que fustiga con una viga para matar cochinos tanto las etiquetas alienantes que por vía ideológica enquistan mortalmente la conciencia ciudadana, como la banalización del Mal con sus purgas y Gulags.
El mexicano y antólogo, Paco Ignacio Taibo II, fuerza la barra de los géneros discursivos. A través de un libreto audiovisual imaginario pero engavetado por no se sabe qué nomenclatura, el guionista en veintidós tomas establece que el suicidio de Adolf Abrámovich Joffe, noviembre de 1927, auguraba la degollina por venir en la Rusia que se volcó por una revolución de los obreros y los campesinos, eso sí, traicionada a posteriori.
Ernst Fisher nos ofrece a nuestra consideración un texto dialógico y expiatorio: Su transición vital de la ortodoxia estalinista a la heterodoxia libertaria. No se trata del discurso fallido de un converso político, como los que abundan hoy en día, sino el testimonio conmovedor de alguien que se intoxicó con las mentiras y medias verdades que atornillaron el estilo cruento y vertical del estalinismo. Es el síndrome de Damasco: el Saulo perseguidor que se convierte en el Pablo perseguido por amor a Jesucristo.
He aquí que Fisher nos hace partícipe de su angustia: “¿Podemos cederles nuestra responsabilidad a los aparatos de poder, a los sistemas, a las ‘estructuras’, retirándonos a un perenne ‘estado de excepción’?” Coincide con Trotsky, Gandhi, Martin Luther King, el Che, Camilo Torres y Roque Dalton, corderos propiciatorios por la reacción asesina de todos los tiempos.

VE ESTE VIDEO SOBRE ROQUE DALTON SEGÚN PACO IGNACIO TAIBO II:

https://www.youtube.com/watch?v=soyCP2qJsps

Isaac Deutscher, el mejor biógrafo de Trotsky, realiza un ejercicio notable de Historiografía crítica: Por lo general, la Historia no sólo la escriben los vencedores sino sus historiadores a sueldo como propagandistas estridentes. Stalin, si se quiere, fue líder indiscutible de la extrema derecha dentro de la revolución. Sólo que su praxis política habilidosa, negociadora y de palo y piedra, arrasó con sus oponentes reales, posibles o imaginados en el stress de poder megalómano. El egotismo de Trotsky, figura indiscutible de la revolución de 1917, le subestimó erráticamente, hasta el punto de ser su vida alcanzada en el exilio mexicano por el brazo de Stalin, mucho más largo que el de Poseidón.
Víctor Serge, en cambio, se nos antoja un imitador brillante de las Vidas Paralelas de Plutarco. No se descubre el agua tibia de esta tragedia política nacional e internacional (verbigracia la ortodoxia torcida del marxismo, los Gulags y la derrota de la II República Española en 1939), pero el contraste entre Lenin y Stalin nos aclara el prontuario del estalinismo (terrorismo) de Estado. Por ejemplo, el gobierno de Stalin aplicó medidas que no corrigieron los vicios de la economía y, peor aún, violaron al punto los derechos civiles.
El norteamericano Howard Fast, víctima del Comité de Actividades Antiamericanas liderado por el Senador McCarthy, nos demuestra con vigor y claridad que la cacería de brujas en Estados Unidos fue una copia hiperrealista de la represión estalinista en Rusia y sus países satélites. El mismo Fast y Dalton Trumbo, autor de la novela y el libreto adaptado para el cine de Espartaco, fueron invisibilizados en USA al igual que Dostoievski y Bajtin en URSS.
Finalmente, Trotsky nos presenta un ensayo auto-crítico al respecto: ¿Por qué ha vencido Stalin? Dejemos que este Cristo socialista se refiera al Caifás que le correspondió en persecución y muerte de él mismo y su entorno familiar y afectivo. “La significación del Termidor soviético comienza a precisarse en nosotros. La pobreza y el estado inculto de las masas se materializan de nuevo bajo las formas amenazadoras del jefe provisto de un poderoso garrote. Primitivamente expulsada y condenada, la burocracia se transformó de servidora de la sociedad en su dueña”.
No se trata de decapitar al Rey, sino evitar que un presunto revolucionario atornille la suya al cuerpo adiposo del moribundo monarca. El pueblo necesita de maestros y facilitadores de verdad, no de reyezuelos impertinentes y envilecidos.
José Carlos De Nóbrega / Ciudad VLC      


BARCA DE PAPEL (37): UNA NOVELA DE SEGUNDO MEDINA



Barca de Papel (37): Una novela de Segundo Medina es una reseña de “Volver al rumbo perdido / El Rescate”, texto novelístico juguetón de este autor zuliano. JCDN.
Adolfo Segundo Medina (Casigua, Zulia, 1949), poeta, narrador y editor del sello alternativo Zócalo de Táchira, nos presenta una novela de anticipación que complementa a campo travieso dos incunables de la Ciencia Ficción: el cuento “El ruido de un trueno” de Ray Bradbury y “La Máquina del Tiempo” de H. G. Wells.
“Volver al rumbo perdido / El Rescate” (Zócalo Editores, 2017), constituye un díptico narrativo que solicita o, mejor aún, oferta la participación activa y lúdica del lector. Nada que ver con las modas del reciclaje de géneros literarios comerciales e intergeneracionales, verbi gracia los casos de los extraterrestres de von Daniken que construyeron pirámides en Egipto y América Central, los brujos reencauchados de Pauwels & Bergier, el caballito dolarizado de Troya de J. J. Benítez o las conspiraciones distractoras de Dan Brown (importan más los Illuminati que los sacerdotes pedófilos o los evangélicos promotores de Jair Bolsonaro).
No se trata de una operación de mercadeo, ni de efluvio academicista alguno, sino de manguareo placentero en la literatura que reivindica a la humanidad desde la solidaridad con el Otro, el habla venezolana y un sentido espinado del humor.
A Segundo lo mueven dos posibilidades de lectura: la del cómplice agradecido o la del incauto que cae en su propia trampa como receptor del texto. El primero se solaza en la multiplicidad lúdica de la ficción a rin pelao, mientras que el segundo se estrella contra la puerta de cristal del Mall o Centro Comercial que simula ser una Catedral del Siglo XXI (no importa quién la administre, Salomón Cohen o el Episcopado conserva-duros de los Urosa Sabino y el anti-papa Lefebvre).
Al igual que el cuento “La realidad circundante” de Julio Garmendia, nuestro autor utiliza la literatura papanatas de ScF y la de auto-ayuda rococó como pisapapeles o piedra de tropiezo de los poderes editoriales y culturales fácticos. El viaje en el tiempo no obedece a un milagro o portento tecnológico, sino a una preocupación por su problemática filosófica (tiempo cíclico, mítico y laberíntico), estética (desorden cronológico y elasticidad temporal de asombro) y política (desmontaje historiográfico e ideológico). La parodia del género de anticipación científica, al igual que el Quijote respecto al de Caballería, nos conduce a una alusión crítica al tiempo histórico que nos toca padecer y combatir.
Los subversivos (Travis, Christopher, Lesperance), paradójicamente, en el escurridizo y cambiante tiempo novelado que se deriva del relato de Bradbury, asumen la responsabilidad de haber instaurado el régimen totalitario neo-nazi de Deutscher. Todo por ir a cazar un saurio en el remoto pasado que les facilitó la Máquina del Tiempo. La novela de Medina se suma a dos títulos novelísticos de Gabriel Jiménez Emán: Averno y Limbo que también incursionan en el género de anticipación.
El desorden cronológico que simula el discurso narrativo de esta pieza estupenda, no es la mera realización técnica y exhibicionista del autor, sino que apuntala la atmósfera que se corresponde con la discontinuidad del tiempo con su elasticidad, contingencias y sobre todo las paradojas temporales que impulsan a un cambio social estructural.
Asimismo, no en balde la complejidad temática de fondo, prevalecen la sencillez e inmediatez del texto novelístico que obedecen a su vez a una Poética del Decir. La transparencia discursiva permite expresar y captar con propiedad el mundo variopinto y sufrido que comprende a la Humanidad, tierra de confusión.
Hay una parodia del cine clase B, cuyo más conspicuo exponente es el estrambótico director norteamericano Ed Wood, acompañado en mientes por Bela Lugosi y Vincent Price. Sólo que el tenor irónico nos conduce a una apropiación a contracorriente del presente y desencaminado Siglo XXI.
En el ejemplar de la novela que el autor me obsequió, conseguí las páginas 55 y 58 en blanco. Por si acaso, las completé como si se tratase de un modelo cortazariano para armar: Mi pastiche criollo a lo Henry James giró sobre la Utopía, sustentada en una Teología de la Liberación, además de configurar un perfil de Christopher que revela una tensión política y ontológica entre la revolución y el totalitarismo apocalíptico. No sé si el autor o, por el contrario, un duende de la imprenta me permitió tal atrevimiento lúdico.
El juego intra-textual desparramado aquí, suma al escritor controversial Medina, por vía del humor negro, quien se erige en el Altar o el Anti-Oráculo del Egotismo literario latinoamericano de los Blanco Fombona, Vargas Vila y –por qué no- Borges.
Hasta el punto que el narrador testigo, Manuel, se confunde con el mismísimo Medina: “Ya había adelantado bastante a este respecto, como ustedes recordarán, en los cuentos de La rebelión de los personajes, en los cuales quedaron expuestas sus teorías acerca de la intemporalidad textual, la inmortalidad del personaje de ficción y la relación personaje-autor” (p. 67).
El aparente despliegue de técnicas narrativas no sólo nos conduce a repensar la novela como género literario vivo, sino que a tal efecto imposta las voces integrantes de una legión de relatores disonantes y personajes conmovedores. El intercambio y la impostura de los roles (liberadores / autoritarios), propenden al Caos que desnaturaliza el desmadre del tiempo real.
El Narrador (re)inventa a Medina dialógicamente: La novela se carnavaliza, auto-parodiándose, para que el discurso narrativo se bifurque sinuoso y pícaro. El relato apocalíptico o distópico de anticipación, da un triple salto largo a la novela picaresca rediviva que vuelve trizas las anomalías del Presente histórico.
En otros términos, el divertimento trae consigo la vuelta distractora que divide su propia casa, esto es encarar el desmadre de la República asediada por el despropósito, la corrupción y el absurdo del que hacen gala los poderes fácticos más allá de las teorías conspirativas engañosas. Tal es el juego subversivo de esta muy digna propuesta escritural.
Incluso, la novela funciona como crónica en lo afectivo: la inclusión del autor y sus amigos en una colmena ebria que destila y mezcla textos y texturas diversas. Por ejemplo, Manuel se sale de sus casillas, ante la rebeldía crónica y cómica de Medina, a la manera de un Alter Ego por demás inoportuno: “Este era el colmo de la insolencia. Sentí una rabia profunda. Yo no era un escritor de fama y quizás nunca lo fuera. Eso era lo que le dolía a Manuel”.
No es casual que esta novela que desparrama y no recoge en el campo conservador de la Ciencia Ficción, esté estructurada –como las Memorias del subsuelo de Dostoievski- en dos grandes partes. Se trata de diseccionar el cadáver de una Humanidad entre lo sublime y lo ridículo. O, mejor aún, entre la vigilia y la ensoñación.
Volver al rumbo perdido y El rescate, más allá de la reescritura del cuento de Bradbury y la novela de Wells respectivamente, nos parece un díptico como los de El Bosco que re-expresa o recrea un dilema asaz obsesivo: La hegemonía fáctica de lo real o la irrupción ficcional inoportuna que desdice la banalización del contexto de escritura: los 500 años del Encuentro de dos mundos y las Olimpíadas de Barcelona 1992.
El hiperrealismo inmanente de la novela, provoca la finalización de la trama con un dejo entrecortado, resignado y esperanzado. Modela en arcilla la nariz de Cleopatra, si bien en un afán terco e histórico en pos del cambio: “¿No será acaso ésta una premonición, una señal mágica y terrible de lo que ocurrirá si cambiamos el rumbo de lo que ya está en camino, haciéndose?
El cambio no es unilateral, limpio ni exacto, pues no es posible separar al Doctor Jeckyll de Mr. Hyde, ni en el alma individual ni tampoco en el inconsciente colectivo.
Volver al rumbo perdido / El rescate, Adolfo Segundo Medina, Zócalo Editores, 2017, Rubio, estado Táchira. 145 páginas. Para pedidos escribir a zocaloeditores@gmail.com
José Carlos De Nóbrega / Ciudad VLC


BARCA DE PAPEL (36): EL HUÉSPED INVISIBLE
Barca de Papel (36): El huésped invisible trata de un comentario a este libro de cuentos de José Napoleón Oropeza, publicado el año 2019 por IPAPEDI. JCDN.



El huésped invisible (IPAPEDI-COBER GROUP-Signos, 2019) es el quinto volumen de cuentos del escritor José Napoleón Oropeza (Puerto Nutrias, Barinas, 1950). Hemos notado, luego de una revisita a su obra narrativa y ensayística a la fecha, que el lenguaje se presenta cada vez más inmediato pero a su vez persiste en el sesgo poético de sus inicios.
El primer cuento de esta colección, con el que obtuvo por segunda vez el Concurso de Cuentos del diario El Nacional en 2002, Entre la cuna y el dinosaurio, es un homenaje coral a la escritura latinoamericana: los venezolanos Oswaldo Trejo y Esdras Parra, de su primer anillo de sus afectos, y el uruguayo Monterroso halando por el hocico a su dinosaurio impenitente en el tiempo. A través del Bestiario-Metáfora que vincula el infame saurio con el Pavo Real de Trejo, tenemos la construcción dialógica y lúdica de la trama. Se elogia la amistad desde su terquedad eterna dentro y fuera de la escritura.
El libro recoge cuentos escritos entre 2002 y 2015. Los motivos rondan y fusionan lo real y lo ficticio, ello en la fluencia del Barroco cubano de los Carpentier, Lezama Lima y Reynaldo Arenas. Sólo que la expresión se consolida en la simplicidad lírica, por demás multi-sugerente y re-semantizada en el contexto histórico, literario, afectivo y el propio mundo ficcional del autor.
La cita literaria es respetuosa y susceptible del guiño cómplice. Por ejemplo, el cuento homónimo del libro nos remite al Henry James que a través de fantasmas le da otro giro a la tuerca: el misterioso huésped de Sofía se nos antoja un misántropo con el que ella importuna a sus atribulados familiares. Del relato fantástico se infiere la problemática real del exilio, dentro y fuera del país.
La procesión de los caballos solos es una poética y maravillosa crónica sobre la ciudad mausoleo de La Recoleta en Buenos Aires. Nos encandila el placer de un paseo que va de la estampa arquitectónica y sociológica del cementerio al mundo de los muertos, en este texto-hijo de Rulfo y Armas Alfonso. Se mixturan el narrador omnisciente y el protagonista, el mentado David Alleno. Se mitifica la historia argentina por la trabazón cuidadosa del discurso narrativo, audaz y evocador al punto.
Este relato de las sagradas ánimas, se impregna de una imaginería mágica que vincula la infancia y la muerte adulta. Los caballos de niebla conducidos por Miliché y Aurora, acompañan a David, dulce obrero del camposanto, en la recreación patas arriba del mundo real que pugna por traspasar inútilmente tan especial y confortante urbe de los sueños.
Hendijas en el agua nos presenta un retrato simpático y entrañable de la imprescindible poeta Enriqueta Arvelo Larriva. Por fortuna, Oropeza se suma también a nuestros amigos escritores Luis Alberto Angulo, Reynaldo Pérez Só, Carmen Mannarino, Marisol Pradas y Laura Antillano, entre otros, como voces reivindicadoras de su vida y obra en el siglo XXI.
Pareciera el cierre del díptico animista iniciado en La procesión de los caballos solos, pues los niños profanan el espacio para confrontarse con la Muerte. La poesía y el asombro les permite construir sus propias ventanas o “hendijas de agua”, a los fines lúdicos de contemplar la Otra Realidad (“La poeta Enriqueta Arvelo Larriva sería, para el niño, la primera en ver al muerto, en abrazar a la viuda y a los hijos del difunto. Ese dolor suyo lo volcaría en palabras y, luego, lo transformaría en flores de piedra”).
Como si se tratara de un poema de Enriqueta, se superponen la realidad y la ensoñación en ese profundo “dormir mentido”. Puerto Nutrias, desde la poética de los nuestros –Enriqueta Arvelo Larriva y Jesús Enrique Guédez-, va mutando en una enternecida colmena funeraria que destila amor por la vida. El alumbramiento del becerrito de Manchita es inequívoco milagro que nos confirma la convivencia vivaz de Eros y Tánatos.
La gesta de Orión excede el canon del bestiario, tal como ocurre con el cuento “La insolación” de Horacio Quiroga. El perro salvavidas de los afectados por la vaguada de Vargas en 1999, asume plena humanidad en virtud de su estelar nombre y prosapia canina. El salto de la perspectiva de tercera a primera persona, el Cronista y el Sufriente Orlando, nos remite a la metamorfosis del reportaje periodístico en cuento real maravilloso. No obstante la molienda que tritura todo a su paso, la situación extrema estimula –luego de la sacudida- a los sobrevivientes a repensar la vida misma en honor de los más preciados ahogados.
El hombre del anillo se sirve de la imaginería del artista Antonio José Fernández, para estructurar una biografía poética hecha cuento. Como bien lo sabe Oropeza, el hombre del anillo, Bárbaro Rivas, Armando Reverón y Juan Félix Sánchez forman una tetralogía imprescindible del arte venezolano contemporáneo. Las artes plásticas se hermanan con la poesía inquebrantable de este conmovedor cuento.
Se desmitifica, a Dios Gracias, la marginalidad del artista trujillano. Al igual que los profetas bíblicos, el pintor –nada ingenuo y trizando las etiquetas academicistas- se levanta como otro visionario incomprendido o, mejor aún, un legislador social aguafiestas.
La descripción de los cuadros, ensayos brevísimos y bien puntuales sobre Arte, integran el corpus del relato que simula un catálogo entusiasta de una exposición antológica de nuestro hombre del anillo.
El álbum de los traidores es un relato, si se quiere, masticado con rabia. La crudeza, con una connotación entre cómica y amarga, se impone a toda delicadeza estilística. Como documento político-cultural airado y parcializado, la hipérbole caricaturesca es la unidad expresiva de fondo.    
Respecto a En Valencia nació Yoknapatawha, nos complace esta crónica juvenil y admirada con motivo de la visita del escritor William Faulkner a Valencia, la de Venezuela. La ciudad transita entre el Sulaco de Joseph Conrad, tratado por la ensayística de Alejandro Oliveros y Pedro Téllez, y el emporio sureño Yoknapatawha del Faulkner de “Santuario” celebrado y asimilado por García Márquez. Topografía poética de indudable raigambre narrativa. La turba enceguecida no pudo discernir al gran novelista estadounidense del gris vice-presidente y pro-cónsul neo-imperial Nixon recibido con balas de huevos y legumbres en una Caracas alzada.
La lluvia secreta se nos antoja una pieza feminista ejemplar como los ensayos de Susan Sontag y las películas “Cría Cuervos” de Carlos Saura y “Gritos y Susurros” de Ingmar Bergman. La puesta en escena es un té para tres ambientado y degustado en Londres. Hannia, Freya y Milagro protagonizan un coloquio travieso y amoroso que tiene la poesía de Hanni Ossot en tanto cortina musical.
Finalmente, La bicicleta de Gino Bartali, recompone la épica deportiva y humanística en el canon policial. La reportera investigadora, Corina Cohen o Esther, en la reconstrucción de la muerte del campeón ciclista italiano por malaria o envenenamiento, le rinde homenaje a un titán que protegió a los judíos perseguidos por los nazis. Bartali, nuestro Monseñor Montes de Oca y el boxeador alemán Max Schmelling se hermanaron en tan riesgosa y digna misión a contracorriente del fascismo en sus respectivos países.
Lamentablemente Corina, años después, fue hecha trizas por un neo-facha skin head.
Más allá de las absurdas fronteras ideológicas, esteticistas y viscerales que siguen pateando las espinillas del muy lastimado país, recomendamos leer esta colección de cuentos de José Napoleón Oropeza paralelamente a “Valencia-Sulaco” de Pedro Téllez. La causa por una gran y verdadera Valencia merece todavía la pena.
José Carlos De Nóbrega / Ciudad VLC