A María Luisa Aguilar de Maldonado
El profesor Ricardo Maldonado (Valera, Trujillo, 1950-Valencia, Carabobo, 2016) fue rector de la Universidad de Carabobo dos veces, 1992-1996 y 2000-2004. Si bien no fuimos precisamente grandes amigos, nuestras historias se cruzaron más de una vez. Unas ocasiones tensas pero otras más calmadas y si se quiere simpáticas. Estas son algunas de mis anécdotas con él. No me mueve el elogio gratuito de adulantes de oficio, ni la maledicencia para congraciarme con sus detractores. Simplemente lo hago como testimonio de un contexto histórico que nos agarró de improviso. Mi preocupación escritural es, pues, humanística y de un muy extraño afecto.
Mi graduación
Este polemista compulsivo que soy, tenía por costumbre no terminar lo que iniciaba. Tanto es así que era como el cometa Halley de la UC. Imagínense que entré en 1982 y Egresé en 2002. Iba y venía a capricho. No era dirigente estudiantil ni alumno perezoso que se chuleaban por igual la gratuidad de la universidad autónoma venezolana. Estaba culminando por fin mis estudios de Educación, cuando mi madre murió de cáncer el 28 de julio de 2002, un día después que papá cumplía 30 años de muerto. Por fortuna, la vieja murió en su cama, muy dormidita ella, acabando con tan larga viudez. Resulta que poco después estaba vestido con toga y birrete para recibirme como Licenciado en Educación, mención Lengua y Literatura, en el Teatro Celis Perez muy cerquita del Psiquiátrico de Barbula. Cuando ingresé al teatro en sí, a poco estuve de llorar porque sentí a mamá Augusta en el clima festivo del acto de graduación. El rector Maldonado, en su segunda gestión o mejor todavía incursión, me entregó el título. Sólo que me agarró fuera de base. Me había preguntado qué concurso literario había ganado el poeta portugués Fernando Pessoa. Perplejo, no me quedó más que balbucir "Me pilló fuera de sitio, rector. Otro día se la contesto". El auditorio rió preguntándose que había pasado entre un rector trujillano y un escritor anarco-teísta. Pues lo único que nos podía vincular, aparte de nuestros papeles en tal acto académico, sería lo tercos a la hora de defender cada quien su punto de vista.
El baño del Decano Maldonado
Yo había trabajado en Fundabe, una extinta fundación de protección al estudiantado universitario en la UC. Fui organizador de sus centros de copiado en Educación y Faces, para terminar siendo operario en ambas facultades. Como ven, los anarquistas además de antipáticos, somos de cuidado. A nadie se le ocurriría ponerme al frente de ningún puesto de responsabilidad. Lo mismo me pasó en el Comedor Universitario: de ayudante de cocina, mondador de papas y limpiador, pasé a ser Contralor de Costos. Sólo que me sacaron de allí y me colocaron en un limbo burocrático para ver qué hacían conmigo. Y fui a parar a los centros de copiado. Ojo, el rector Maldonado no tenía nada qué ver con este ruleteo. Sino mi primo Ferreira, porque a él no le agradan los aguafiestas como Domingo Alberto Rangel y yo, claro está.
Disculpen la digresión. Ya prosigo. Cuando trabajé en el centro de copiado Faces, me la pasaba en el decanato cuando su titular era el profesor Ricardo Maldonado. La secretaria me quería mucho. Así como el resto del personal. Yo era tan confianzudo, que llegué a utilizar el baño del decano. Pendiente de que no llegara de improviso y él mismito me arrojara de allí, tal como el Juez Banks lo hacía con Jazz el amigo de Will Smith en "El Príncipe del Rap". Además que su baño era de lujo, siempre me topé con libros de cabecera. Los había de Contabilidad y de literatura. Un día, me encontré que el rector también leía las revistas Poesía y La Tuna de Oro de la UC. Por eso, entiendo por qué el rector me preguntaría años después por el poeta Fernando Pessoa. Nos había leído a mi hermano Pedro Tellez Pacheco, con quien tuvo peleas de antología política, el poeta Luis Alberto Angulo y yo mismo. Vaya con el trujillano éste, más valenciano que unos cuantos, no? Él sabía quién era yo como escritor y polemista formado en la universidad que tanto amábamos, no en balde nuestros desencuentros.
Maldonado contra Tellez
Pedro Tellez Pacheco, para entonces estudiante de Medicina de la UC, y el rector Maldonado habían tenido duelos o confrontaciones políticas que bordean aún la leyenda en clave de relato épico, bien sea homérico o de un cuento de vaqueros. Aquiles contra Hector, o Billy The Kid contra el alguacil Pat Garret. Sobre todo cuando mi hermano Pedro fue Consejero Universitario Estudiantil. Era el cinismo del estudiante valenciano contra el carácter pugnaz del profesor trujillano. Se rumoró que Pedrito sería expulsado de la UC por el rector, cosa que no ocurrió. Ya se los cuento.
El papá de Pedro se nos fue al cielo. Me refiero al más católico de los psiquiatras de la UC y la ciudad de Valencia, el Doctor Pedro Tellez Carrasco. Fue el 31 de diciembre de no se cuál año, cuando los profesores Ricardo y Maria Luisa Aguilar de Maldonado, se presentaron a dar sus respetos al viejo en la funeraria Cristo Rey. Pedro estaba haciendo diligencias relativas al papeleo del deceso, por lo que su hermano Javier y yo los atendimos. Me gustó la visita, pues la profesora María Luisa estaba muy conmovida y su esposo fue muy atento. Respiré aliviado porque fui testigo del armisticio enternecedor entre Ricardo Maldonado y Pedrito Tellez. Ello sin necesidad de estar frente a frente como par de duelistas al mediodía. Cesó el duelo en el pueblo de Tombstone. No corrió la sangre como en el corral Ok entre los Earp y los Clanton. A veces, los enemigos y adversarios terminan en paz por vía de un auténtico respeto mutuo.
Maldonado y este salmista compulsivo
Les había contado que fui trabajador del Centro de Copiado de Fundabe. Bueno, resulta que el Centro de Copiado desaparecería tiempo después. Sabrá Dios por qué. Así que los trabajadores quedaron en suspenso. Me fui con mis colegas de la empresa fotocopiadora, a conversar con el rector Maldonado. Nos recibió el hombre como si nada. Sin protocolo ni cita previa. Recuerdo que ese día el país estaba revuelto: La Corte Suprema de Justicia encontró méritos para juzgar al entonces presidente Carlos Andrés Pérez, por malversación de fondos. El rector nos dijo que los Centros de Copiado no cumplieron con su función ni con las expectativas del proyecto. Por lo que se cerraban inevitablemente. Él me ofreció la posibilidad de ser becario en la modalidad de beca servicio, esto es laborando medio turno en la UC. No acepté porque no me significaba estabilidad laboral. Estaba casado con Yudi y ya no era un joven de 21. Sin embargo, mi liquidación me fue pagada con todas las de la ley. Por lo que no se haga el lector ninguna retorcida especulación. Son cosas de la vida en un país que está en crisis desde el Viernes Negro de 1983.
Post Scriptum. Respecto a la pregunta que me hizo el rector Maldonado cuando me gradué en pregrado, fue otra de sus bromas que ponían a prueba mis conocimientos literarios. Fernando Pessoa, si bien ambicionaba ganar el Premio Nobel de Literatura, no lo había logrado. El rector y yo sabíamos que no ganarlo, como Borges, no le restaba ni un ápice de su indiscutible y paradójica calidad literaria. Qué loco, no?
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