jueves, 18 de febrero de 2021

Abro de nuevo la puerta. Jose Carlos De Nobrega


Mi Karen revolcándose de delicia en la sala de la casa natal en Lomas de Funval, ante la mirada feliz de ANGELICA, mi sobrina

 Por fortuna, la puerta sólo duró un día cerrada. El respaldo de mis amigos, las canciones que me obsequió Meche Hernandez por Soda 95.1 FM, y quizás mi conciencia aguda de mis dolencias, me hicieron cambiar de actitud. La depresión, en este caso, fue momentánea como si se tratara de un lapsus mentis. No hay mejor manera de abrir la puerta y apuntalar la casa, que la Poesía, ese portento humano que nos reivindica en la desazón de adentro y afuera. Va este breve diálogo entre Lêdo Ivo y Antonio Machado, quienes son grandes amigos que trascienden las limitaciones de espacio geográfico y de tiempo convencional. La virtud de la Poesía del buen Decir, radica en la multiplicidad de lecturas que nos sugiere sin importar qué tan dura o confortable es la circunstancia que vivimos.

Lêdo Ivo:

El Tropiezo. (La traducción es nuestra)


De mañana de tarde

Al caer de la noche

Subiendo la colina

Tropiezo en Dios.

Nada le pregunto.

Ninguna respuesta

En la hora espacial

Que pasa en blanca luz

E incómoda claridad.

No voy para donde voy

Ni vengo de donde vengo

Cuando subo a la colina

Y sin ningún cansancio

Alcanzo la pura altura

De amor y galaxia.


Antonio Machado, tomado de la mano de su primera esposa, Leonor Izquierdo Cuevas:


En Santo Domingo,

De misa mayor.

Aunque me decían

Hereje y masón,

Rezando contigo, 

Cuánta devoción!

P.S.: Mi agradecimiento a tres poetas de mi alta estima, quienes me han enseñado en breve tiempo a convivir con mis otros yo. Ellas son Marhisela Ron León, Unibe Raquel Santeliz y Marichina García Herrero. Marhisela con su entusiasmo autoafirmativo y su voz física y poética de un erotismo del Decir. Raquelita por descubrir los rostros de mi Legión interior polifonica, disfuncional a veces y amorosa hoy, no importa este tropiezo corto. Marichina por imprimirle dulzura a mi propia escritura que se ha depurado de tosquedad y de despropósito inconfesable. El maestro termina por ser alumno de sus muy lindas y buenas alumnas. 

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