lunes, 15 de febrero de 2021

Bono de una Guaricha de Puerto. Jose Carlos De Nobrega

La poeta Marhisela Ron León y la pequeña Frida. Y el pequeño gordito de Diego Ribera?

Nuestra poeta nos hizo llegar un complemento de su poemario "Bonus", como si fuera un organismo en pleno crecimiento. Son cosas de la poesía viva. No en balde, Juan Calzadilla reescribe sus poemas y publica por lo menos una antología al año. La Poesía no es compartimiento estanco ni formalismo estético y literario, sino una fuerza sobrenatural que no cesa en la configuración de su cadencia y melodía en la musicalidad del mundo.


Una poeta con sombrero como en un cuadro del viejo Emilio Boggio

Sé que " Bonus ", y esta segunda parte "Bonus (Restante)", son títulos provisionales de un cuerpo poético precioso y seductor por demás. Pero me gustan porque nos introducen en un libro que se construye a perpetuidad. Claro está, me dejé de escribir libros definitivos y lapidarios. Mis títulos de ensayo y cuento sientan bien con esa noción del libro abierto, categoría viva que exhibe el proceso de escritura por dentro y al punto posee el misterio o la poesía sabrosa del enigma de la vida misma.

Entonces, este poemario es un díptico dinámico del proceso escritural de la muy agraciada Marhisela. Vamos, pues, a conversar con este segundo panel poético esencialista. Los poemas eróticos siguen allí, aguardando por la sensibilidad del lector que apuesta por el ardor. Sólo que se funden en un coito bonito y plácido con textos de afirmación ontológica en el asombro y la duda, un ejercicio de prosa poética conversada y sin pretensiones hermenéuticas, un soneto gustoso y otro de ars poética del Decir, la miniatura que coquetea con el aforismo, el ars poética personal y el Elogio vitalista que destila la gratitud por lo vivido y lo recreado con el poder comunal de la Palabra.

Lo que me atrapa de esta colección poética provisional y muy bien cincelada, es la combinatoria del discurso directo y auténtico con lo contingente y lo bello, que sugiere como quien no quiere la cosa, esto es de guisa indirecta, múltiples lecturas maravillosas. Por ejemplo, no hay referentes físicos de una paisajística, pero el paisaje porteño interiorizado está latente. Esa musicalidad del reggae de Marley, Los Pericos, Los Cafres y Paralamas alienta sus muy diversos registros. Incluso los boleros de Ítalo Pizzolante. El cuerpo es playa, mar calmada o picada, o arrecife de coral sublimados con impunidad silenciosa.

"La mujer que a mí me gusta", que inicia el segundo panel, es un grandioso texto confesional de afirmación femenina. En este cuadro, la autoafirmación no es egocentrista ni corresponde a la sonsa estética de los selfies tan en boga banal y mediática. Es la ráfaga de la autoestima de la hembra muy suya que tanto seduce a hombres de buena voluntad. La Guaricha se nos presenta selectiva en materia de emparejamiento, pero en el afán de reivindicación del panal comunitario y, por qué no, matrimonial de a de veras. 

He aquí la cabeza de la serpiente mordelona: " La Mujer que a mí me gusta / llegó una madrugada de noviembre / sin prólogo ni pie de página / llegó con nombre propio en la poesía ". Y esta es la cola mordida: "se escribe a sí misma, se asoma al éxtasis y arde / tanto, tantísimo / la palabra, curiosidad y asombro la convocan / la mujer que a mí me gusta es real y vive conmigo, desde siempre". Este intervalo comprende la tozudez mística de Santa Teresa y el egotismo de pulso firme de Rufino Blanco Fombona. 

Por lo que su Ars Poética se vincula con su propia pulsión vital. Corazón pleno y enigmático que se nos abre en una escritura rigurosa y transparente: " escribe un poema que ni Dios olvide / besa un poema en sus reglas y códigos / multiplica un poema que talle los huesos y quite las penas". Este es el terceto de cierre del soneto "Escribe un poema por favor que guste". El Elogio al otro nos reconforta con solidaridad y agradecimiento. Desde el que le dedica a su Capitán de barco y de convivencia ("Nuestras manos"), hasta el que abraza a otra amiga en la poesía, Rosaria. La poeta nos invita al mundo de sus afectos, como si fuéramos el amigo o el hijo pródigo que regresa de un largo viaje. Nos enganchó "Estoy atenta", una cuidadosa estampa de nuestra Caracas natal, la cantada por Billo y en donde el calor lírico de Macondo importunó el clima frío de nuestra preadolescencia de quince grados.

Se trata, estimados lectores a los que también amo, de una escritura decidida del afecto superlativo sin cortapisas ni mecanismos de defensa. Se es, Se es, valga este palíndromo extraído de Canaima, el paisaje feraz y la mejor novela de Gallegos.


"Mis raíces" constituye un frondoso Samán de genealogías, vivencias y esperanzas, que sembrado en el paisaje de costa dialoga con el uvero, el Paseo de la Marina o el Astillero algo abandonado, no obstante el bullir insistente del Puerto. La Alcantarilla, antes el doloroso teatro del Porteñazo, es ámbito recobrado por la gratitud y la gratuidad de la educación sentimental con que Marhisela nos contrapresta al atardecer.

"Debo dejar fluir la conciencia" es un atrevido y magnífico poema en prosa, sin pausas, conversado, malpensante en imágenes y metáforas elementales, flujo y reflujo de un solo tirón de lectura y escritura por la Legión con su vocerío interior disonante pero sinfónico. (J)oda primaria que recompensa toda búsqueda filosófica y estética que no nos da respuestas automáticas, sino que nos enseña a formular interrogantes mucho más vivaces y menos pretenciosas.

"Mi mundo terco" se nos antoja un bolero inquieto como los que ponía en escena La Lupe. La más pura e intensa poesía confesional que resuena en el oído: "Me hago libre, me hago ultimátum y terca en el decir". O qué tal este poema aguerrido del poemario escrito y vivido en cuarentena: "Los versos también se visten / se extienden en una cuerda de alambres de púas / como banderas en tiempos de guerra. // La ropa a veces suele verme de reojo con una pizca de vergüenza en el closet. // Algún algodón, poliéster, rayón, / resiste en ganchos que conocen de historia. // Puedo creer que salen de fiesta / mientras duermo / resbalan campantes por las calles de noche". Ars Poética que no reniega del desconcierto ante el despropósito del mundo ni de la confusión de la casa que nos habita, susceptible de reordenarse y recomponerse en compulsión rebelde.

" Yo me desnudo también para mí " nos insta a sostener un diálogo trino, placentero y fructuoso entre el cuerpo, la mente y el espíritu. No debe confundirse con aquellos seres infames que ante la TV por cable y las redes sociales, en la oscuridad del cuarto premium de un hotel de lujo, se masturban envileciendose cuando hay tanta mujer buena por allí, como nos lo contaba Facundo Cabral. Es Ontología auténtica y cantada que se traduce en conversación que apuntala el idilio del cuerpo, la personalidad, la emoción, la fe y el intelecto sobre las sábanas y a través del espejo que la Poesía aroma y desempaña respectivamente.

El poema breve se asimila al quehacer ingenioso y legislador de adentro y afuera con que nos reconviene y vindica el aforismo. "Tengo un verso censurado / que se mece en mi vestido / que vigila mis caderas / mientras caminamos juntos". 

Definitivamente, este incunable libro nos recuerda que la literatura escrita por las venezolanas hoy nos gusta una barbaridad. Acompaña escrituras entrañables como las de Sol Linares, Ximena Benítez, María Alejandra  Rendón, Marichina García Herrero, Niddy Calderón, Íngrid Chicote y Noris Nicoliello entre muchas otras. Dejense seducir, sin miedo ni prejuicios patriarcales, por esta Guaricha porteña y universal. Les reconfortará con la serenidad de las aguas de Puerto Cabello, no obstante lo bullente de sus benditas y muy traviesas corrientes submarinas.

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