UNA AGENDA PARA 2016
José Carlos De Nóbrega
Dadas las coordenadas críticas de la República
Bolivariana de Venezuela, excediendo el doble discurso tradicional de las
promesas para el año nuevo, nos proponemos una agenda alternativa del año 2016 que
sacuda el marasmo del entorno y la desesperanza interior.
1.-
Creemos necesario el ejercicio de la relectura como revisita imprescindible de
los diagnósticos del malestar que nos aqueja hoy. Recomendamos, entre otros
títulos, el tríptico Capital y Desarrollo
de nuestro aguafiestas preferido Domingo Alberto Rangel, además de la
ensayística sobre el petróleo y la economía nacional de Uslar Pietri, Malavé
Mata, Rodolfo Quintero y Orlando Araujo. Asimismo, en lo que toca a la
educación de un espíritu rebelde que avive el temple de ánimo, nos parecen
buenas alternativas Diccionario del
Diablo de Bierce, El hombre rebelde de
Camus y Páginas libres / Horas de Lucha de
González Prada. La Poesía del Decir no puede dormir en el escritorio: Taberna y otros lugares de Dalton, Antología del Decir de Angulo, Verso y Prosa de Blas de Otero, Poemas del Decir de Mujica, Nudo de Juan Ruiz Peña y toda la poesía
de Cardenal y Miguel Hernández.
2.-
Zapatero a sus zapatos: Que cada quien contribuya con sus trabajos creativos en
el arte, las humanidades y la ciencia. La obra individual no va a
contracorriente de la captación y recreación colectivas del mundo. No avalemos,
pues, el oportunismo Viva la Virgen de los burócratas que hoy buscan la
supervivencia parásita en el reacomodo y la adulación en la politiquería.
3.-
Apostar al auténtico significado de la Política: La organización colectiva de
la sociedad en pos de su liberación cotidiana y ardua, amén de consolidar una
revolucionaria calidad de vida ajena al consumismo de cachivaches físicos e
ideologizantes. De allí que el escritor, el analista y el artista han de
abandonar su palacio de cristal susceptible a las pedradas de afuera: “Hay que
mostrar al pueblo el horror de su envilecimiento y de su miseria [de esto no se
escapa la intelectualidad]; nunca se verificó excelente autopsia sin despedazar
el cadáver, ni se conoció a fondo una sociedad sin descarnar su esqueleto. (…)
La lepra no se cura escondiéndola con guante blanco”, Manuel González Prada. Se
trate, por ejemplo, de la inflación en Venezuela o de los fines inconfesables
de los politicastros locales.
4.-
El mecenazgo cultural no implica la sumisión de los artistas y los cultores: Por
el contrario, supone un diálogo enriquecedor, contingente y pedregoso entre
ambos protagonistas sociales. No constituye una luna de miel falsificada que
nos oculte desiertos editoriales, teatrales y promocionales que justifiquen un
funcionarismo estéril, inculto y apolítico. Cuando el mecenas condicione
vilmente la creación artística, la comunidad cultural ha de proponer medios de
expresión propios y alternativos que la vindiquen.
5.-
La educación no es una mera y decadente caja de resonancia que domestique a la
sociedad: Por el contrario, representa un útil instrumento de cambio social que
ha de calibrarse de manera permanente. No es tampoco una caja negra disponible
para la burocracia indolente y la mediocre confortabilidad docente, pues
involucra a toda la comunidad circundante. El aserto va de la educación inicial
a la universitaria.
6.-
La economía no ha de seguir siendo territorio exclusivo de los especialistas
para el provecho materialista de los politicastros. El gobierno venezolano no
puede persistir en ocultar los índices
de inflación y desabastecimiento, ni mucho menos obviar el fracaso de su
política económica. La oposición no debe regodearse en la inflación inducida ni
en la complicidad con un empresariado inepto, reaccionario y envilecido,
nefasta asociación pervertida que tiene una incidencia alta en este desmadre.
El pueblo de a pie ha de proveerse de recursos propios y creativos para
combatir la crisis económica, tanto en el plano económico [jugando con la
oferta y la demanda, pues como se sabe los capitales se enculillan sin
dificultad] como en el electoral y político [es menester el ejercicio activo de
una verdadera contraloría social].
7.-
El diálogo nacional no es una patente de corso para que los políticos de oficio
negocien a su malvado arbitrio, sino una empresa que involucre a la ciudadanía
entera.
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