sábado, 30 de enero de 2016

SHALOM. José Carlos De Nóbrega


 
SHALOM

José Carlos De Nóbrega

Salamanca, enero de 2016.

     Estimado Alexis: Desde la Casa Dorada de Unamuno te saludo con preocupación no exenta de esperanza. Sé que te encuentras en un estado afín a la transfiguración de Cristo y el profeta Elías, arrancado esta vez por la cínica Providencia de la chatura del mundo y la banalización de sus representaciones ideológicas, estéticas y filosóficas de pacotilla impía. Te imagino cavilando y consolidando una Teoría Conspirativa que te explique el desmadre del país y el mundo. Se hace añicos la Venezuela petrolera a la manera de los discursos terroristas del Apocalipsis y los finales del universo mal conocido por padecer. Compartes con el viejo Soto los preparativos urgentes para contrarrestar el acoso de hordas criminales que quieren hacerse de la vieja casona: Cargar escopetas y arcabuces heredados de castizos guerreros, convenir las guardias, preparar trampas y ubicarlas en el patio sembrado de árboles de mango y grape fruit. El temor se desliza libre por la espina dorsal, sobre todo cuando ambos vieron esa comedia fílmica de Ettore Scola –“Feos, sucios y malos”- que le resta idealización romántica a la pobreza, pues no hay cosa más jodida que nacer y crecer lumpen, si lo sabré yo, pobre de solemnidad allá y sudaca con título doctoral aquí. Soy un bolivariano a la inversa, puesto que pretendo comprarme un traje Armani descosiendo las privaciones y las peripecias de mi Picaresca en Valencia, la de Venezuela, teniendo a Pocaterra y Michelena como convidados de piedra que se acuestan con las Brujas regentadas por el gran Oswaldo Vigas.

     No acomodas a golpe de las ocho y media de la noche las treinta cajas de cerveza Polar en las neveras de la Colmena Borracha. Tampoco te toca ahora completar el importe de las medias botellas de cocuy Leal para beneplácito del ejército indigente con sus perros vikingos. Mucho menos los Panchito Mandefuá del colegio interrumpen temprano tu desayuno que quedará a medias, para llenar sus estómagos bulliciosos como gatos pintarrajeados. Tampoco perturba tu rara modorra la tragicomedia económica de la nación esquilmada por la inflación perniciosa, el desabastecimiento y la inseguridad que golpean sin misericordia a los compatriotas de a pie, eso sí, en la indolencia perversa de pitiyanquis y socio-listos que arrastran sus rabos hediondos a azufre. La vileza que serpentea este mundo jamás te arrinconó en el miedo ni en el resentimiento, porque fuiste tocado por el espíritu terrible y eterno de una adolescencia luminosa que jamás encontraron los conquistadores españoles, portugueses o alemanes. El Dorado, como lo demostró tu familiarísimo Ramón Díaz Sánchez, no descansaba en el oro del Cuzco ni en el oro negro de Cabimas o Mene Grande. Por el contrario, se centra en las piedras tiernas de tus hijos, sobre todo las dos hembras que ahora velan tus abigarradas y fantásticas ensoñaciones. La poesía de Elías David Curiel te susurra con voz judía inconfundible: “¡Transfiguróse en alma, como en gema el carbón!” [Tibisay baila feliz al son de tus dedos trémulos, sin que le afecten las ambulancias escupiendo los cuerpos desfigurados de reos amotinados].

     A diferencia de Pepe y yo, embargados por la depreciación física y la bipolaridad anímica, sostienes con impunidad el entusiasmo dulce y púber del Presidente de la Sociedad Bolivariana en el liceo de Tocuyito hace más de treinta años. No creemos hoy en la Gran Colombia ni en la épica que fue el Paso de los Andes para sorprender a los realistas en la Batalla de Boyacá. Perdimos la fe en la caída de nuestra cuarta o quinta república, apuntalando con el tedio el latrocinio y la medianía de operadores políticos y funcionarios alcahuetas. Te conviertes en cochero de Cristóbal Ruiz manejando a toda velocidad el Aspen blanco, para pintar a la ciudad onírica de Valencia de San Simeón el estilita, sacándole ambos el erecto y sarcástico dedo medio al malandraje aguas abajo o aguas arriba que acogota a la ciudadanía en la Valencia escarnecida por los Salas, el patético Alcaparra [paladeando un fruit punch] o ese pésimo carpintero mercachifle que es Cocchiola. Suponemos entonces que tu chivo Bruno limpiará algún día este basurero mal administrado.

     Sin embargo, cómo deseo reencontrarme contigo en la Licorería al igual que Joâo, Norberto, Lucas, Curly, Pablo, Agustín, las caminadoras del lugar y pare usted de contar. Sabemos que te sientes a gusto en tu mundo virtual muy propio. Por fortuna, tu impuntualidad de campeonato [superior a la de Héctor Lavoe], estropeará y pospondrá tu cita con la dama enigmática que siempre canta en las tinieblas. Me despido en el ladino de Pérez Só quien te reconviene con cariño la lectura convulsa de Los Protocolos…: “i por agora es preferible / kayar la mi boca / ke si Dio kisieralo ansi / ansina mezmo / tenria la respuesta”.

     Tu amigo, el salmista compulsivo que te quiere.

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