domingo, 15 de noviembre de 2020

Marcelo que estas en los cielos de Roma. Jose Carlos De Nobrega



Intentando escribir sobre El Extranjero de Camus, su adaptación cinematográfica por Visconti y Marcelo Mastroianni, amén de la canción alusiva de The Cure, Killing an arab, se me ocurrió acometer esta nota al gran Marcelo. 

Si, como Fernando Rey, quiero ser Luis Buñuel, ahorita quiero encarnar en Marcelo Mastroianni. El cine y el arte italiano, incluso europeo, tiene la tesitura buena y compleja de su personalidad cautivante. No obstante, Fellini, ese gran poeta del cine universal, se vació en él no sólo en las grandes películas como La dolce vita y Siete y medio, sino en una joya nostálgica como Ginger and Fred en la que acompañaba a Julietta Massina, su gran amor y esposa. 

Para mí es imprescindible su entrañable viudo, periodista y sorprendente revolucionario del amor en la magnífica adaptación al cine de Sostiene Pereira de Giusseppe Tornatore, la muy amada novela de Tabucchi, italiano que amó a Portugal de manera rabiosa. Está de más decir que la relectura del libro y el film acompañan mis días de viudez y de nuevo amor en el duro contexto de la pandemia. 

Más allá de la captación de la dictadura salazarista de 1938, la (auto) censura periodística, el acoso represivo de la Pide, la humorística y dramática vinculación entre el periodismo (la literatura) y la muerte, tenemos la quemazón de la culpa de Pereira que lo vincula a Don Abelardo Cuadra legionario del Caribe marcado por el magnicidio de Sandino ("es una extraña sensación, que está en la periferia de mi personalidad, por eso la llamo limítrofe, el hecho es que por una parte estoy contento de haber llevado la vida que he llevado... pero, al mismo tiempo, es como si sintiera deseos de arrepentirme de mi vida, no sé si me explico"). Asimismo, el maravilloso concepto vitalista de Confederación de Almas que el doctor Cardoso le explica al paciente y amigo Pereira: "Tal vez, concluyó el doctor Cardoso, tras una paciente erosión haya un yo hegemónico que este ocupando el liderazgo de la confederación de sus almas, señor Pereira, y usted no puede hacer nada, tan sólo puede, eventualmente apoyarlo". En este caso, Mastroianni encarna a Pereira magistralmente no sólo en lo físico, sino en especial como el paladín épico poco común surgido de tal tensión psicológica de auto descubrimiento y cambio.

El Meursault que encarnó en la estupenda adaptación fílmica que hiciera Visconti de El Extranjero de Camus, roza también la perfección. Es patética la indiferencia del personaje homicida del árabe en la playa, o del hijo inexpresivo ante el fallecimiento de su madre. Nada que ver con el muy simpático viudo del film de Tornatote. Lo cual abunda en elogios bien ganados respecto a su variedad y riqueza de registros actorales de excepción.

Tanto es así, que en una feria del libro en Valencia, Pedro Tellez y yo lo vimos en el poeta Luis Alberto Angulo, elegantemente trajeado, cuando departía con sus hijos a la manera de un tío proveniente de Roma. El poeta, además de ser nuestro mejor amigo, es psiquiatra de cabecera del psiquiatra y ensayista Tellez Pacheco.

Llueve en Valencia esta tarde de domingo, mientras el cielo de Roma este otoño es el poema que celebra a nuestro imprescindible Marcelo, titán de titanes de los mejores hombres que nos la apañamos en ser día a día.

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