sábado, 14 de noviembre de 2020

BIOGRAFIA PORTATIL: Marichina Garcia H


Marichina García H. nació en Caracas el año del señor de 1969. Se recibió de periodista en la Universidad Central de Venezuela. Como ocurre con la gente maravillosa y gratificante para con la Humanidad, vivió en nuestra Valencia de San Desiderio un tiempo con sus hijos, sin que por cosas del capricho del destino, la providencia o el Dios de cada quien, lo reparáramos sin saber de tan estupenda mujer, madre y escritora de postín. 

Además de su innegable belleza física y su humanitarismo de vocación verdadera, nos cautivó su modestia y timidez, no obstante ser una encantadora parlanchina por devoción a la palabra bien dicha y adobada de arrobadora dulzura.

Su escritura que ella en su pudor de ensueño da muy poco a conocer, tiene gran personalidad y una consistencia afín a la carne del durazno. Su poesía, verificable en los pocos textos que ha publicado en las redes, tiende a una muy espontánea poética del Decir. Encontramos poemas en los que dialoga con su consentido Miguel Hernandez, Antonio Machado o con lo mejor de la poesía exteriorista de Nicaragua. Tenemos un poema del exilio que pende de las alas y el pico de un colibrí; la épica del exilio español en las andanzas de unos muy amorosos abuelos anarquistas; la canción de cuna con el que arrulla a sus propios hijos; o los muy sugestivos textos románticos y sensuales que no riñen con la dura cultura mediterránea. No se trata que este crítico se ufane en haberla descubierto, sino de haberla leído en un clima rumoroso de aguas mansas que cantan en nuestros oídos.

Qué decir de su militancia persistente y muy sentida en las mejores causas de la humanidad? La periodista que es Marichina, idealista como el Quijote, escritora apasionada como Oriana Fallaci, defiende con un empeño sumergido en densa miel, la causa de las madres que sufren la separación de sus hijos, el encono de la sociedad patriarcal y las peripecias de levantarse contra los Pedro Páramo que campean todavía por allí

Ella, en las múltiples aristas de su viaje vital hacia sí misma y luego en su solidaridad con su prójimo (como si se tratara de sí misma), nunca desmaya en el mejor de sus roles, el de la madre sobrenatural de sus cuatro hijos. No hay mejor ojo ni mejor tacto ni mejor aroma que el de la mujer fecunda que soporta en sus brazos a su hijo y, por ende, a los del resto del mundo. Eso vemos en nuestra buena amiga Marichina, no importa que los sentidos atrofiados de otros no lo vean. No somos pocos los que la admiramos y queremos a rabiar. Si ven alguna crónica periodística, algún comentario, algún cuento o algún poema firmados por Marichina García Herrero, leanla con suma atención, pues se internaran en el laberinto enternecedor de una gran venezolana. 

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