Jose Carlos De Nobrega:
Sonetos morochos
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Hay un sistema solar no tan lejos de donde escribo hoy.
Una estrella mayor que pocos han visto con telescopios y desde miradores de almas,
Se ha provisto más allá del Big Bang y de toda cosmogonía mítica y religiosa,
Una elíptica en la que dos soles y dos lunas amorochados giran vivaces a su alrededor.
A contracorriente del eje retorcido y el despropósito del planeta Tierra
En el que tal portento astronómico sucede al igual que el arte y la dinámica del Amor.
No importa que la Pandemia silenciosa y depravada ni la Peste tenebrosa de la humanidad, nos recluyan en cuarteles y conventos,
Empero su rotación y traslación persisten dialéctica de la elipse y el espiral.
Esa estrella mayor nos alienta desde sus dolores de parto
Y de la metamorfosis de paisajes en asombroso espasmo de Vida,
Recogidos en códices y salmos plenos de terredad y aves del Paraíso que picotean nuestro corazón atribulado
Entre diluvios y sequías como plagas bíblicas
Que nos susurran al oído enfermo profetas de pacotilla.
Para consuelo del mundo, este cielo constelado nos cobija todavía en el más restaurador de los amores.
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Muchos astrónomos ciegos en su soberbia estéril
Se atribuyen haber descubierto este sistema morocho
Multiplicado por dos que más bien es terna bendecida que baila alrededor de Gea estrella mayor de la Poesía.
Se olvidaron que Antonio Machado, Miguel Hernández y Marcos Ana la describieron en su imaginario de poetas vivos aún.
Hubo un astrólogo, rey mago sin corona quizás,
Que abandonó sus tratados de astronomía razonable
Para dedicarse a la consagración del otoño que llegó a describirla
Alguna vez, primero en prosa insomne y luego en poesía de ensueño. Se llamaba Cronos.
No obstante la polución terrestre y el envenenamiento de las aguas,
Gea desafía el desgaste del tiempo cronológico,
Apostando entre cataclismos y vaguadas por un devenir elástico y redimido sólo posible en la poesía de matriz eterna.
Noticias alentadoras, pues, de este cortejo estelar y su estrella rectora:
Los soles gemelos juegan niños en las nieves blanco ostra de Utah
Y las lunas blanquirrojas pintan el mundo con arcoiris que propicia el celo maternal y matinal de Gea.
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