martes, 23 de noviembre de 2021

Dos sonetos para Marichina

 Jose Carlos De Nobrega:

Recomposición de una cartografía posible según Doña Gea


A mi muy señora poeta Marichina García Herrero

A María Ismenia in memoriam


Hay ángeles de la guarda lúcidos

Que han caído ante el silencio de Dios.

No poseen el colorido épico de Gabriel,

Sino que visten de negro o de gris mate.


No los esculpen en mármol áureo de Salamanca,

Si acaso de yeso y madera en anonimato

Que los hace pasar desapercibidos y a la calladita.

Pero a veces anuncian apertura de puertas en un cielo insólito.


A Doña Gea, madre, hermana y poeta, en medio del Caos,

Se le apareció su ángel negro y desaliñado,

Disonancia y ruptura del Canon místico.


Ella dibuja mapa vitalista que la renueva ahorita

Probando apenas el flan y la nube de merengue a la que arrancó una fresa,

Nueva piedra de ángulo que reconvierte la del tropiezo.


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Y qué hacía entretanto el ángel negro frente a Gea tomando un café cerrero?

Le traía un recado de su hermana poeta como buena nueva de estrella recién descubierta.

Sin abominar melancolía de páramo de Vallejo,

La conminó a escribir la pelea entre un ángel poeta y María Zambrano: "Todo está vivo y unido".


Nos tendrá vivas y unidas, mi Gea, el Decir más claro y riguroso.

No obstante este ángel negro es de la estirpe rebelde

A la que Dios, como quien no quiere la cosa, le permite corregir la villanía del mundo,

Reescribiendo voluntad creadora amorosa a contramano de Historia envilecida.


La poesía se mueve tersa e implacable por arriba y por debajo

De las mareas indómitas que sacuden los mares

Y afinan el pulso de quien maneja el timón de los pies de Cristo patinando las aguas.


Me traerás de vuelta a la Patria de nuestra infancia y juventud,

Cuando tus poemas griten albricias de amor denso e inquebrantable

Como las torres que cantan a Alá en la Marruecos que asombró a Canetti.



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