domingo, 14 de febrero de 2016

EL CUMPLESIGLO DE DANIEL SANTOS. José Carlos De Nóbrega


EL CUMPLESIGLO DE DANIEL SANTOS

José Carlos De Nóbrega

     Daniel Santos [Santurce, Puerto Rico 5/2/1916 - Ocala, Florida, 27/11/1992] cumple un siglo impunemente, pues lo encontramos más bohemio y vigente que nunca. Si se quiere es nuestro Doroteo Arango: Este bolerista y guarachero villista sigue comprometido con la mala vida y las causas libertarias de América Latina. No podemos estar de acuerdo con su confesor comunista, Héctor Mujica, cuando le cuestiona su trashumancia que raya en la picaresca latinoamericana de la compulsión alcohólica y la convulsión libertina. Lazarillo, chulo, reo político y común, soldado insubordinado y gigante de la música, constituyen roles variopintos que devienen en la nobleza de su corazón espinado y caribeño. Por fortuna, el periodista y melómano Mujica se sabe contradecir más adelante: “Pero está también, en medio de la hez, elevándose en su condición de artista del pueblo y de patriota que quiere rescatar a su patria del oprobio colonial”. No hay que exigirle a Daniel, quien nos confronta al otro lado del confesionario, precisiones teoréticas ni filosóficas que le resten brillo a su biografía vitalista, traviesa y terca. Embadurnarse de mierda durante su largo viaje físico, es sin duda la bandera revoltosa que le atrajo una muy buena estrella. De la calle cruda y pobre provinieron también Cervantes, Albert Camus y Jean Genet.

     Las grandes personalidades acarrean estupendas e insólitas yuntas. En este caso, el hijo “enmantillado” del carpintero Rosendo Santos y María Betancourt hizo de las suyas con el compositor Don Pedro Flores y la Orquesta La Sonora Matancera. ¿Quién no recuerda piezas maestras como “Linda”, “Despedida” y “Borracho no vale” de Flores, en las cuales subyacen los sentimientos más encontrados como el amor filial y la nostalgia, el erotismo y las ansias por las nínfulas doradas y guarichas, e incluso el morbo picante y la apología ebria respectivamente? Una constante de la música caribeña estriba en las más afortunadas asociaciones de afroamericanos, pardos y blancos: Ismael y Cortijo, Colón y Lavoe, Tito Puente y La Lupe, Colón y Blades o Palmieri y Cheo Feliciano. Los Cien Años de Soledad que compartimos con el Otro, sólo puede ser un motivo latinoamericano digno de ser cantado por estos magníficos músicos populares [favor abstenerse los patarucos como Chino y Nacho, Ricardo Arjona o Juan Gabriel].

     El Inquieto Anacobero es también un Trovador del Decir políticamente incorrecto y comprometido con los de abajo, ello sin recurrir a ningún artilugio expresivo ni mucho menos chapotear en el doble discurso. Revisitemos, a contracorriente de pancadas y remilgos reaccionarios que nos divierten, canciones emblemáticas como “Sierra Maestra”, “Si Fidel es comunista”, “Amnistía” y “El Preso”. Los bajos fondos son un espacio propicio para el perdón auténtico, la insurgencia rabiosa en clave de marcha bolero y son, amén de la restitución material de la justicia. Gracias a Daniel Santos, el hombre de a pie se reconoce en el severo y locuaz rostro de su machismo, encendido de irreverente rebeldía e impregnado de fluidos vaginales, cocaína y aguardiente.

     ¿Qué les pasa a los amigos? Es hora de celebrar el centenario de Daniel Santos, el Inquieto Anacobero, por lo menos en tanto año jubilar. Si bien la cosa está durísima en Venezuela, es menester sacudir la abulia, burlarse de los politiqueros causantes de este desmadre y mover el esqueleto cantando sus canciones más emblemáticas. Les recomiendo leer las confesiones de Daniel Santos a Héctor Mujica publicadas en 1982 por la editorial Cejota y, por supuesto, el cuento "El Inquieto Anacobero" de Salvador Garmendia [léanse todo el libro de cuentos homónimo, publicado por la Librería Suma en 1976, ello en el imperio pícaro de la oralidad caribeña]. Asestando trompadas a la histérica banalización del discurso político, las hablillas dignas del programa chimbo de Nancy Álvarez y el despropósito farandulero de Winston Vallenilla, pongámonos a conversar aquí, trago en la mano, sobre este insigne dios tutelar de la mala vida y el coraje libertario. ¡Salud, Afición!

 P.S.: Cuando Gustavo Martín, un antropólogo de los nuestros, manifiesta en su libro "Homo-Logicas, escritos sobre racionalidades" (1990, UCV) que la mejor antropología está en la obra literaria de Paz, Carpentier, Vargas Llosa -no ahora que éste se comporta como Marqués corriente-, Borges y Cortázar, seguramente tararea todavía “Linda” de la dupla Pedro Flores / Daniel Santos en tanto hallazgo enternecedor y endiablado de "la especie sapiens que es el hombre latinoamericano".   

                    

No hay comentarios:

Publicar un comentario