¿Qué les pasa a los amigos? Es hora de celebrar el centenario de Daniel Santos, el Inquieto Anacobero, por lo menos en tanto año jubilar. Si bien la cosa está durísima en Venezuela, es menester sacudir la abulia, burlarse de los politiqueros causantes de este desmadre y mover el esqueleto cantando sus canciones más emblemáticas. Les recomiendo leer las confesiones de Daniel Santos a Héctor Mujica publicadas en 1982 por la editorial Cejota y, por supuesto, el cuento "El Inquieto Anacobero" de Salvador Garmendia [leánse todo el libro de cuentos homónimo, publicado por la Librería Suma en 1976, ello en el imperio pícaro de la oralidad caribeña]. A contracorriente de la histérica banalización del discurso político, las hablillas dignas del programa chimbo de Nancy Álvarez y el despropósito farandulero de Winston Vallenilla, pongámonos a conversar aquí, trago en la mano, sobre este insigne dios tutelar de la mala vida y el coraje libertario. ¡Salud, Afición!
P.S.: Cuando Gustavo Martín, un antropólogo de los nuestros, manifiesta en su libro "Homo-Logicas, escritos sobre racionalidades" (1990, UCV) que la mejor antropología está en la obra literaria de Paz, Carpentier, Vargas Llosa -no ahora que éste se comporta como Marqués corriente-, Borges y Cortázar, seguramente tararea todavía este tema de Daniel Santos, El Inquieto Anacobero, en tanto hallazgo enternecedor y políticamente incorrecto de "la especie sapiens que es el hombre latinoamericano".
A vacilarse este clásico de la música latinoamericana!
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