sábado, 19 de febrero de 2022

Poemario a Gea 1


 La tribu saparia de Doña Gea

José Carlos De Nóbrega

Manuel Bandeira tomó de pretexto bestiario
A una grey auriverde de sapos de Sao Paulo,
Para burlarse de los poetas parnasianos y pavosos
De principios del siglo veinte, después de terminada la primera gran guerra.

Cuando estuve en Salamanca, Unamuno tenía su coral anfibia 
De cortina musical áspera y vascuence de sus propios poemas.
Por qué nos asusta su fealdad húmeda en el Jardín de las Delicias?
Doña Gea nos cuenta que no hay Edén sin canto rumoroso de sus sapitos.

Gea niña, dispersa, imaginativa y poeta iniciática
Nos regala en prosa su tribu saparia conducida por Abue Remigio
En el afortunado valle de Caracas que los adoptó terredad dicharachera.

Los sapitos y su cricrido festivo venían con el viejo mago republicano,
Sinfonía inconclusa de exilio enternecido y portátil
En sus bolsillos y los ojos verde asombro de la nieta linda e inquieta.


Cantar lunar de Cantares para Gea
José Carlos De Nóbrega

No es un Domingo de Sol hastiado ni taciturno.
Más bien Carnaval lunar al mediodía que juega con la muñeca Gea,
La maquilla sobrenatural autenticidad de lindura dialógica
En carnadura y espíritu de nobleza sin límites.

Constelación castaña y mar Caribe que solapan luz blanca absoluta
De su piel tersa rematada por sus pechos estampados
De pecas simpáticas y gustosas, semillitas en dulce pulpa rosada
Que encrespan papilas en aguas caudalosas de mi lengua portuñol.

La luna de Abril obnubila atrabiliario febrero panderero
Fotografiando a su muñeca madre en vínculo solar
De su cabellera lacia con el paisaje minimalista de fondo:
Red trinitaria multicolor que se regocija pared donde se recuesta el ensueño.

Y qué creían ustedes, espectadores asombrados 
En esta sesión de pintura al aire libre del exilio lúdico y lírico de Gea?
No se trata de pasarela frívola ni mucho menos hoguera de las vanidades.

La muestra de artes visuales se hace dos veces autoafirmativa: 
Pericia de amor filial del ojo esteta de Abril 
Y hermosura indiscutible de la madre que me mueve poeta enamorado y compulsivo.



2
Veamos qué se traen los ojos cortazarianos de esta luna gata.
Si bien hay en Lisboa Casa de Fados, así como en otros lugares,
En terredad de Gea el Carnaval se llama Abril y también Isabel.
Aby hace de las suyas para convertir el Jardín en Sambódromo.

Le quita a cartolinha o sombrero copa de cartón piedra
Al trovador albañil Cartola a quien se le pinta el pelo de gris concreto.
Gea encabeza el cortejo sambista envuelta en mantilla de luz ovoide.
Las morochas recrean el nacimiento de Venus en la República de Florida.

Empero vestida para tan grata ocasión,
Gea, sintiéndose Afrodita luminosa y desnuda,
Ensaya pensador de Rodin y se cubre sus piernas soberbias y níveas en pose pudorosa y coqueta.

Me erizo ronroneo y sonrisa del Gato de Cheshire
Que se frota en esa geografía suave y reconfortante
Mientras Lewis Carroll, Alicia y las morochas se ríen de la batucada de mi corazón bilingüe.






3
Ahí viene el cortejo, ahí viene el cortejo, 
Redobla Rubén Darío en jam session con Duke Ellington y Charlie Mingus,
Mário de Andrade aplaude palo de lluvia amazónico al paso de castas reinas
Y Tarsila do Amaral pinta gigantes antropófagos engullendo obispos pederastas.

Gea, encaramada en carroza escupiendo dantesco confeti,
Ofrece a la multitud la flor que le obsequió el sombrerero
Intoxicado con el té tibio de la corte victoriana en piquiña por luctuosa caspa.
Trina la gente-pájaro que bulle libertaria en la garganta de Miguel Hernández.

Me toman sus manos jardineras y me acuno en su pecho acolchadito,
Salpicado de estrellas mestizas que juegan con mis bigotes blancos
De gato jabao, celoso y caprichoso en plena contentura.

Se sacuden en espasmos de placer eléctrico
Mis orejas grises cuando oigo a Gea cantarme su poesía densa
En vaivén de cuna que me sume en sueño y encanto perpetuos.



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