domingo, 11 de septiembre de 2022

Tres poemas a quien los quiera escuchar. Jose Carlos De Nobrega

 


Tres poemas a quien los quiera escuchar


José Carlos De Nóbrega

Vino verde

Me odié a mí mismo en el reflejo abyecto
De un espejo de aguardiente y mosto verde.
Recordé mi envilecimiento ebrio y decadente,
De cuando me sentía brújula descompuesta.

No hay nada peor que un barco dipsómano
Desvariando en un océano interminable
Sin puerto donde atracar pecados ni villanías.
Ni siquiera hay aves sociópatas picoteando la cubierta.

Mi disconformidad de Almirante y tripulantes amotinados en rencor,
Tan sólo fue atenuada por una sirena niña
De cabello encrespado en candorosa mar roja.

Me atreví a cantarle una Rapsodia Bohemia
En falsete impostor, festivo y raquítico. Ella no enloqueció
Echándose al agua. Sólo sonrió y quedé a la deriva en esta calma chicha.

Lima Barreto

Mucha razón tiene el poeta Lêdo Ivo:
El Modernismo brasilero no es sólo el paulista.
Tenemos, entre no pocos, el carioca y el nordestino.
Son caminos que se cruzan y se disocian en cháchara de Legión almada.

Lima Barreto, el novelista, es uno de sus dioses tutelares.
A través de Isaías Caminha y Policarpo Quaresma,
Por ejemplo, se puso las sandalias de ese sátiro
Implacable y mal pensante que fue Juvenal.

A las puertas de Río de Janeiro, se sacudió la tierrita
De sus pies de atleta en pose de Profeta del desastre
Conteniendo a duras penas lágrimas y rabietas.

Abominó el despropósito de su tiempo y del bestiario
Depredador de sus paisanos, siendo su terredad el peladero de chivo
Donde naufragó su saudade enchumbada en aguardiente.

La yunta borracha

A Luis Alberto por sus muy pertinentes consejos

Una pareja de alcohólicos es metáfora disfuncional
Que chirría desgracias a puertas batientes imposibles de silenciar.
Sus corazones no se acompañan en la batucada 
Sambista. Por el contrario, no desafinan como aquel bossa nova de Tom Jobim.

Sabiéndose enfermos, aborrecen de su prójimo ebrio,
Sin reparar que ambos duermen la pea a la intemperie,
Frente a la taberna alumbrada por la luna más crápula.
Si logran levantarse, dan tumbos en espiral

Como un par de lindos ángeles caídos
Y amorochados que van en muy terca pernocta.
No les resulta, entonces, la poesía beatnik

Ni el bebop apocalíptico de Bird Parker.
Allá van, Monk's Round Midnight, dos poemas sufrientes
En Sarao de bodas de Poe y Anne Sexton: par de coces contra el aguijón.


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