sábado, 6 de agosto de 2022

Yunta en verso y prosa. Jose Carlos De Nobrega

 

Elogio de la dipsomanía


No puede resistirse al imperio de la botella.
De nada le sirve la doble A ni la fuerza de voluntad.
Es isla a la deriva y cueva en la que esconde su inmundicia.
Teniendo buenos amigos no para de beber ni de hablar solo.

Los alcohólicos son enfermos que se repiten al infinito,
El discurso consolatorio, los vómitos y las cefaleas.
También los golpes, las heridas y el hedor
Del cuerpo torpe que zigzaguea hacia un abismo a la medida.

El mal aliento es mala lengua y peor estómago,
No hay control emocional sino esclavitud y masoquismo.
De qué sirve saber lo que se padece y sufre,

Si no se puede ganar a las vencidas conmigo.
Soy la arpía que te somete y comanda
En el caos, la dispersión y el terror que te habitan a pesar de Ti.

Mi casa es Cueva de Platón y también prisión

Definitivamente, uno es arquitecto de su propio ámbito y de su cuerpo. En "Memorias del hombre del subsuelo" (1864), Dostoyevski no sólo calificaba de ratonera la casa del protagonista sino también al resto de su entorno. Más que mísero ratón, observamos a un muy amargo y baboso caracol llevando su prisión encima. Se entiende su casa por cárcel. Más tarde, Kafka en "El Proceso" describía la buhardilla donde mal vivía Joseph K, la cual estableció, muy a pesar del inquilino, pasadizos con los tribunales proveedores de culpabilidad gratuita en apariencia. No importa que el pecado original traiga consigo culpas absurdas, sean impuestas por dentro o por el poder fáctico invasivo. El escritor ruso pagó una no corta cana en la Casa de los Muertos, Siberia. Mientras que el checo fue juzgado en un hotel por no cumplir un compromiso matrimonial. A tal respecto, se sugiere leer el estupendo ensayo de Canetti.  No es fácil soportar el juicio a sí mismo, ni tampoco el que nos tienden los demás en tanto valoración y castigo inclementes. La literatura es vida, contradicción y contingencia, sin importar cuánta cosa es autobiográfica o ficticia.

Malcolm Lowry y su obra se movieron entre dos polos: el repudio del crítico venezolano Francisco Rivera que lo condenó a la adolescencia eterna, y el entusiasmo de su esposa Marguerie y de su biógrafo Douglas Day, amén de comentaristas generosos como Perle Epstein y Baica Dávalos. Pese a la no poca ayuda de sus amigos, Lowry no pudo completar su proyecto de escritura, iniciado con la novela "Bajo el volcán" a la manera de su Infierno. Mucho menos logró resolver su dipsomanía y, por ende, la salud física y mental. Nunca sabremos si la auto-destrucción fue inevitable opción para Malc. Nadie, así lo creo y así me incluyo, es capaz de juzgarlo desde la ensoñación piadosa ni con las piedras en ambas manos al otro lado del lapidario.

Nuestra formación occidental, de la cual no reniego, apareja la edificación de tres cámaras a saber: Cielo, Purgatorio e Infierno. Todo depende de nuestros planos arquitectónicos, bien los aprueben Dios o la Humanidad. Por supuesto, los bocetos son susceptibles de conformidad o disconformidad de parte de quien los dibuja. A tal punto, se recomienda, pase lo que pase, en la exaltación o en la depresión, hacerlos a lápiz con el borrador como buen sombrero a la medida, para luego dejarlos reposar en el gabinete. Se respira profundamente, se cuenta del uno al diez, y se les revisita en afán corrector que conduzca a la satisfacción y, claro está, al placer más vitalista posible. En eso estoy, queridos lectores. Las heridas físicas y la culpabilidad que acarrearon los días anteriores, van cicatrizando bastante bien. Acometo la limpieza y el ordenamiento de mi Casa, la que habito y la que me habita, en la busca de un solazador Domingo de Resurrección. Ello en el marco agonístico, esto es luchador y pugnaz, de mi Fe.

Qué insulso es Uno quejándose de la Soledad, cuando se tienen buenas compañías!

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