Domus Áurea
A Marichina García Herrero
Toda Casa Áurea despierta emociones encontradas.
El Templo que erigió Salomón, no su padre David,
Movió la ambición abyecta del Imperio Romano.
Tito destruyó Jerusalén pero no halló el Arca de la Alianza
Ni tampoco todo el oro del Dios de los judíos.
Los Caballeros turcos, según cuenta de Nogales Méndez,
Fallaron la búsqueda del Arca en el Monte Ararat
Sin que les sirviera de nada el martirio armenio.
Siglos antes, siglos después, valga el tiempo elíptico,
Los Belzares extraviaron el camino de El Dorado
En ejercicio autodestructivo de canibalismo insólito.
El oro, para estas manos escritoras, no es ladrillo amarillo
Ni óleo negro pestilente. Qué va! Más bien selva niña candorosa
Que viste otro cielo celeste que me redime en adolescencia eterna.
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